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SUNDANCE 2019 Competición World Cinema Dramatic

Crítica: Divino Amor

por 

- Gabriel Mascaro presenta una película sorprendente que mezcla efectos visuales audaces con un universo distópico donde la fe adquiere dimensiones inesperadas

Crítica: Divino Amor
Dira Paes y Julio Machado en Divino Amor

“Brasil había cambiado, el carnaval había dejado de ser la manifestación más grande del país para dar paso a la fiesta de Supreme Love, la redención del cuerpo, los sentimientos más puros, el deseo de amor eterno, mientras se espera la llegada del Mesías”. Gabriel Mascaro mezcla dos marcas registradas de Brasil, la fe ardiente de la iglesia evangélica y el poder de lo carnal, y las sitúa en un hipotético año 2027. Su nueva película, Divino Amor [+lee también:
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, presentada en la sección World Cinema Dramatic del Festival de Sundance y que será proyectada en el Panorama de la 69a Berlinale (7-17 febrero), ofrece un vasto terreno de expresión mística y sociopolítica donde se proyecta todo su talento como cineasta.

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La película, sorprendente e intrigante, combina un relato íntimo de una monotonía cuasi documental con una vibrante audacia formal; así como un horizonte burocrático y tecnológico orwelliano con la simple historia de una pareja que busca desesperadamente un hijo. Con su tercer largometraje de ficción después de Ventos de Agosto (mención especial en Locarno 2014) y Boi Neon [+lee también:
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 (Premio especial del jurado Orizzonti en Venecia 2015), el director brasileño, que cuenta con coproducción europea, cumple todas sus promesas en una fascinante locura controlada.

Joana (Dira Paes), una funcionaria cuarentona que trabaja en el registro de divorcios, se extralimita en sus funciones para reconciliar a las parejas, como consecuencia de su ferviente devoción cristiana. Para conseguirlo, tiene un arma secreta: convencerlos de que se unan al grupo Divino Amor, en el que participa con su marido, Danilo (Julio Machado), que se dedica a preparar arreglos florales a domicilio. Divino Amor tiene todos los elementos de la típica comunidad evangélica (lecturas colectivas de las santas escrituras, sermones, inmersión purificadora), pero también practica el intercambio de pareja (con la única condición de que el esperma sea reservado a la esposa legítima, ya que “del placer supremo surge el deseo divino de procrear vida en el seno de la familia”). Sin embargo, Joanna y Danilo no llegan a concebir porque al fluido de él le falta energía pese a todos sus esfuerzos por estimularlo (cabeza abajo sobre una máquina). Joana decide dedicar su vida a Dios a la espera de un milagro (llegando a rezar regularmente en un sorprendente autoservicio religioso). Pero cuando ocurre el milagro, todo se complica…

La película de Gabriel Mascaro traspasa las fronteras de la exploración de la fe y se arriesga a suscitar polémica en su país, pero no es antirreligiosa puesto que su encantador retrato de Joana no ataca de forma directa las creencias arraigadas de su protagonista. Se trata de un clima que el director reconstruye en un entorno dominado por las tecnologías de control social (registro genético, puertas que detectan el estado con frases como “embarazo detectado, feto no registrado”, registro de ADN prenatal, búsquedas cruzadas en bases de datos de donantes, etc.). Un futuro inquietante que el cineasta presenta en un fantástico torbellino de colores pastel, orquestado con brillantez por el director de fotografía, Diego García. Un envoltorio pop que rodea una temática ambiciosa y mucho más compleja de lo que sus aspectos más prosaicos y carnales dejan entrever. Pues no es fácil saber lo que es el “amor verdadero” y hasta dónde podemos llegar para conseguirlo.

Divino Amor ha sido producida por Desvia (Brasil) y coproducida por Snowglobe (Dinamarca), Mer Film (Noruega), Malbicho Cine (Uruguay), Globo Filmes (Brasil), Canal Brasil (Brasil), Film i Väst (Suecia) y Jirafa Cine (Chile); con House on Fire (Francia) como productores asociados, y vendida por la compañía francesa Memento Films International.

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(Traducción del francés)

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