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SUNDANCE 2019 Competición World Cinema Dramatic

Crítica: Monos

por 

- El creador colombiano Alejandro Landes regresa tras ocho años con una cinta repleta de adrenalina y técnica

Crítica: Monos

El creador colombiano Alejandro Landes regresa tras una ausencia de ocho años del mundo del largometraje con la explosiva cinta de guerrilleros Monos [+lee también:
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. Con más puntos en común de lo que puede parecer inicialmente con su trabajo de 2011 Porfirio [+lee también:
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(presentado en Cannes), este film parece no obstante un segundo debut para Landes, y uno que podría valerle atraer la atención de Hollywood. Tras prestrenarse esta semana en la Competición World Cinema Dramatic de Sundance, la película se proyectará en la sección Panorama de la Berlinale

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Landes, que no suele adoptar un enfoque convencional, ambienta Monos en un espacio abstracto que parece no estar sujeto al tiempo, la geografía o la moralidad convencional. La película comienza con un grupo de ocho soldados paramilitares alarmantemente jóvenes —niños, en realidad— que hacen un exigente ejercicio físico en la cima de una montaña, instruidos por un adulto (William Salazar) que sin embargo es más bajo que sus legionarios. Al son de los palpitantes ritmos electrónicos de la brillante compositora moderna Mica Levi (Under the Skin [+lee también:
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), estas escenas parecen una rave impulsada por las drogas, o un siniestro ritual para despertar al dios del caos. Esta alegre banda de jóvenes militarizados responde al nombre de "los Monos"; viven a las crueles órdenes de la imaginaria "Organización", que probablemente representa las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Existen en un perpetuo estado de lucha marcado por un sentido general muy vago. Más concreta resulta la presencia entre sus filas de, citando el diálogo del film, una "vaca lechera reclutada" y una ingeniera estadounidense (Julianne Nicholson) que han tomado como rehén.

En vez de ir al colegio, estos jóvenes guerrilleros han dedicado los años de desarrollo más importantes de su vida a esta peligrosa causa. Sus apodos de guerra proceden de fuentes occidentales: Rambo, Piesgrandes, Boom Boom, Lady, Pitufo y Swede. El emparejamiento y la exploración sexual son fomentados por la Organización, pero debe ser aprobado primero en una extraña ceremonia a la que asisten todos los soldados. Por la noche, cuando acaban los ejercicios, saltan encima de una hoguera y bailan en torno a ella, igual que los chicos de American Honey [+lee también:
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—solo les falta estar perdidos en los páramos posapocalípticos de George A. Romero—. 

A medida que avanza la cinta y nos desplazamos de las montañas a una jungla que recuerda a Apocalypse Now, vamos descubriendo las intenciones de Landes y su coguionista, Alexis Dos Santos. Invocando décadas de malestar civil en Colombia, los roles de agresor y víctima, e incluso de progresista y autoritario, empiezan a subvertirse. En la lucha interminable entre las FARC y el gobierno legítimo, las intenciones originales se desdibujan, y ambos bandos cometen atrocidades. Landes se lamenta por una generación joven que se dirige hacia un torbellino de guerra sin fin. 

Mientras el director nos sumerge a nosotros y a sus protagonistas en las inquietantes ciénagas de la jungla, nos sorprendemos de lo que logra en este entorno tan real; no es habitual ver una película moderna que provoque esta sensación de puro peligro, en una época en la que el croma verde y la composición digital son las preferencias de la industria. Estamos ante una obra cinematográfica tan segura de sí misma que se arriesga a parecer demasiado diestra, descuidando en ocasiones la involucración emocional. El film mantiene un incómodo equilibrio entre su imaginario de otro mundo y su mensaje sobre el daño de la guerra para las nuevas generaciones de latinoamericanos. Pero a veces, como muestra Monos, la pura adrenalina y la técnica son suficiente: salimos del cine como dispuestos a descansar de una fascinante pesadilla.

Monos es una coproducción de la compañía colombiana Stela Cine, la uruguaya Mutante Cine, la argentina Campo Cine, la holandesa Lemming Film, la danesa Snowglobe Film, la alemana Pandora Film, la sueca Film i Väst y la estadounidense CounterNarrative Films. Las ventas internacionales están a cargo de la agencia francesa Le Pacte.

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(Traducción del inglés)

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