Crítica: Normal
por Camillo De Marco
- BERLÍN 2019: Adele Tulli nos muestra la normalización de las prácticas sociales de hoy en día en materia de género desde un punto de vista riguroso pero un poco moralizante
Las niñas juegan con muñecas y los chicos al fútbol. Lo sabemos, pero a veces nos olvidamos de que entre ambas actividades hay todo un abanico de opciones muy diferentes. Actividades difíciles de clasificar como el “MammaFit” (la gimnasia que hacen las madres en el parque sin soltar el carrito con el bebé), el “PUA training” (un método para seducir de forma “natural” a una mujer), o las vulgares despedidas de soltera con limusinas y tartas con forma fálica.
El documental de Adele Talli, Normal [+lee también:
tráiler
ficha de la película], estrenado mundialmente en la sección Panorama de la Berlinale 2019 nos recuerda la existencia de todas estas actividades. Adele Tulli hizo un master en Screen Documentary en la Universidad Goldsmiths de Londres que le llevó a interesarse especialmente por los estudios de género y la cultura queer (en 365 Without 377, premiada con el GLFF de Turín en 2011, relataba la lucha de la comunidad gay india). Normal toma una perspectiva diferente para reivindicar la “normalización”, como sugiere el título, de las prácticas sociales consideradas antes poco convencionales, como la identidad de género. En su declaración de intenciones, lo que la directora acuña como “atlas inesperado” de normas y estereotipos se representa como si fueran dos planetas cuyas órbitas jamás coinciden y cuyos habitantes no saben que existe el otro.
Las niñas expresan su identidad de género reuniéndose los domingos para jugar a ser hadas y princesas Disney o al hacerse pendientes, las adolescentes idolatrando al inofensivo youtuber Antony Di Francesco bajo el balcón de su hotel, y las jóvenes al posar en bikini en concursos como Miss Mundo (“¿A qué te quieres de dedicar?” “Mmm... criminología, creo”). Las futuras esposas, menos rebeldes, asisten a cursos prematrimoniales (“quizá será un poco traumático para vosotras tener que planchar las camisas de vuestros maridos, limpiar la casa o cocinar para ellos...”).Por otra parte,El macho alfa de siete años va a 100 por hora en su mini-moto, uno un poco más mayor disfruta con el espectáculo de las modelos en las exposiciones de coches, aunque menos viril parece en las sesiones fotográficas en la playa tras la boda. También se muestra el mal gusto de las tartas de arcoíris y las bodas gays de Ferrara. Paradójicamente, la excepción es un sacerdote católico, que habla sin distinción de género a una joven pareja, y dice que la verdadera traición es la falta de diálogo.
Las imágenes de la película tienen el atractivo del “horror vacui” (miedo al vacío), la cámara, siempre fija, observa en primer plano a los chicos adolescentes que disparan a marcianos o zombis en las salas de los recreativos y el espectador solo escucha el estruendo de los disparos que sale por los auriculares. La banda sonora, de Andrea Koch, ensalza las imágenes; y el montaje dicta su propio ritmo, tranquilo y sin prisas gracias a Ilaria Fraioli, Elisa Cantelli y a la propia directora. El espectador podrá quizá preguntarse cuándo empezó todo o podrá considerar moralizante el punto de vista de la directora (así lo creemos nosotros), pero el documental no da ninguna respuesta sobre las dinámicas sociales que presenciamos. Una de las escenas finales sirve de conclusión: un mago corta en dos a su asistente y la hace desaparecer entre llamas.
Normal ha sido producida por FilmAffair, coproducida por AAMOD – Archivio Audiovisivo del Movimento Operaio e Democratico, con la colaboración de Istituto Luce Cinecittà (que se encarga de la distribución en Italia), Intramovies, Rai Cinema y de la empresa sueca Ginestra Film. Slingshot Films se encarga de la distribución internacional.
(Traducción del italiano por Pedro Andueza González)
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