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CPH:DOX 2019

Crítica: Tiny Souls

por 

- El film de Dina Naser aborda la vida en un campamento de refugiados en Jordania desde la perspectiva de los niños

Crítica: Tiny Souls

En liza por el DOX:Award del CPH:DOX (20-31 de marzo), Tiny Souls aborda la crisis de refugiados desde la perspectiva de los niños. El primer largo de la directora jordana con raíces palestinas Dina Naser es una coproducción de Francia, Jordania y Catar. La cinta trata los temas del exilio, los refugiados y las dinámicas de familia, que la realizadora ya exploró en sus cortos Shamieh (2011), One Minute (2015) y Sea Wash (2016). Tiny Souls es una extensión de su proyecto de documental de nueve minutos sobre la vida en el campamento de refugiados de Al Zaatai desde la perspectiva de una niña.

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Hay algo de Boyhood, de Richard Linklater, en la forma que vemos a la joven Marwa crecer, desde una pequeña de nueve años hasta una adolescente llena de vida, a lo largo de cuatro años, comenzando en 2012. El rasgo más destacable de Tiny Souls es la autenticidad y franqueza de las reflexiones de Marwa y sus hermanos sobre sus propias vidas, comentarios que hacen sin ninguna motivación política que tienen un lado concreto que a los adultos les resulta casi imposible transmitir, sobre todo considerando la naturaleza frustrante y cargada de connotaciones políticas de los campamentos de refugiados.

Estos niños son entrañables testigos, a pesar de tener una visión muy limitada y protegida de lo que sucede a su alrededor. Al principio, ven el campamento como un refugio seguro, una especie de "paraíso", después de los horrores que han visto en Siria. El inconveniente de la perspectiva de un niño es que cosas casi banales pueden adoptar una gravedad inmensa. Los jóvenes se adaptan rápidamente a la vida en tiendas de la ONU, llegando a idealizarla, como cuando describen a su vecino autoritario como presidente. Su vida está llena de juegos de roles y secretos. A medida que Marwa entra en sus años de adolescencia, su interés por los chicos aumenta, y empieza a crearse una interesante brecha de género. Sus hermanos no van al colegio, y no tardan en meterse en problemas. Pero de los sentimientos de esperanza y la visión paradisíaca, se pasa a una rutina en la que los días se convierten en semanas, luego meses y años, y las frustraciones crecen, como también lo hace la nostalgia por la vida pasada en Siria. 

Mientras que Naser pone mucho cuidado en no incluir imágenes de adultos en la película, sí que se incorpora a sí misma a través de la narración y preguntas directas que hace a los jóvenes protagonistas. Estos elementos están un poco fuera de lugar. ¿Necesita el público comprender el contexto mejor de lo que lo hacen los propios niños? También hay algo de trabajo de cámara que resulta un poco aleatorio, pues la directora dejó que los niños se filmaran a sí mismos en las semanas en las que no tenía permiso para acceder al campamento. Pero la estética es un sacrificio que merece la pena en el intento de provocar una respuesta emocional verdadera en estas diminutas almas.

Los saltos en el tiempo son impactantes, pues vemos a los niños desarrollarse y crecer ante nuestros ojos casi como por arte de magia, y sin embargo, a pesar de su cambios físicos, la situación suele parecer la misma, o peor, sobre todo cuando salen del campamento. Están marcados por la idea de que la vida será siempre una cárcel abierta, lo cual hace más comprensible las decisiones que toman, decisiones que podrían considerarse autosabotaje.

Tiny Souls es una producción de Madd Moshawash, Jordan Pioneers y Urban Factory. Las ventas internacionales están a cargo de la canadiense Syndicado.

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(Traducción del inglés)

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