Crítica: Away
por Laurence Boyce
- La historia de la producción del largo del animador letón Gints Zilbalodis es fascinante, pero lo que más impresiona es el resultado final
La animación báltica tiene una rica historia, gracias a un amplio abanico de directores, desde Priit Pärn hasta Signe Baumane, por lo que es interesante ver que el animador Gints Zilbalodis toma sus influencias de creadores lejanos de su Letonia natal. En Away [+lee también:
tráiler
entrevista: Gints Zilbalodis
ficha de la película], proyectada recientemente en Zagreb y Annecy (donde el film se hizo con el Premio Contrechamp al mejor talento emergente), en lugar de imitar el estilo tradicional de animación dibujada a mano, Zilbalodis ha creado una obra suntuosa en 3D generada por ordenador en la que el anime japonés está presente entre una multitud de referencias a la cultura pop.
Un chico —que será nuestro protagonista sin nombre a lo largo de la película— se despierta suspendido de un arnés de paracaídas, en medio de un bosque lleno de vegetación. Mientras se aclimata a su entorno, un misterioso gigante —de un color negro brillante y con intenciones inescrutables— empieza a seguirle allá adonde va. Huyendo de este nuevo peligro, nuestro héroe encuentra un oasis, cuya entrada no puede (o no quiere) atravesar. Pero tras recuperar el aliento, el chico descubre el peligro que implica acomodarse demasiado. Al encontrar un mapa y una moto, deberá decidir si continúa su viaje o se queda. ¿Le seguirá todavía la misteriosa criatura? ¿Llegará a un destino final en el que pueda ser libre?
Estilísticamente, la cinta bebe de la obra de Hayao Miyazaki, con una estética muy similar a clásicos como Ponyo en el acantilado (2008) y Mi vecino Totoro (1988). Nuestro héroe humano y las adorables criaturas que más tarde le acompañan en su odisea tienen un aspecto al que nos ha acostumbrado el anime —ojos grandes, un halo de inocencia—, y los colores intensos también recuerdan el mundo de la animación japonesa. Los videojuegos también son claramente una influencia, con títulos como Shadow of the Colossus, Ico y Journey reflejándose en el universo que ha construido Zilbalodis. Hay una sensación constante de que el mundo contiene mucho más que explorar que lo que se muestra en pantalla, y en efecto, los aficionados veteranos de los videojuegos se preguntarán en ocasiones cuándo va a acabar la cinemática para que puedan tomar el control del protagonista.
En lo temático, la cinta también echa raíces en una tierra culturalmente fértil, tomando ideas de la literatura épica —estamos ante el "viaje del héroe" por antonomasia— y creando una trama surrealista que incorpora aspectos y temas de la adolescencia, la llegada a la edad adulta e incluso preocupaciones medioambientales.
Pero estas influencias diversas no deben confundirse con una falta de originalidad: Away da la impresión de ser una película completa y satisfactoria por derecho propio. Cabe reconocer que parte de su carácter asombroso viene de la naturaleza de su producción: Zilbalodis creó toda la película, sin nadie más. Se encargó él solo de la animación, la música (que también es una parte magnífica, e importante, del film) y el montaje; a nivel técnico, es un logro sorprendente.
Pero más allá de este prodigio técnico, Away es por sí misma una muestra fascinante de cómo crear un mundo, así como una clase magistral en cómo construir una narración entretenida sin usar diálogos.
La cinta letona —representada por la compañía estadounidense Cinema Management Group— ya ha sido vendida en territorios como Oriente Medio y Polonia. A juzgar por el enorme interés que ya ha despertado, parece seguro que conseguirá más ventas, así como una buena gira por el circuito de festivales.
(Traducción del inglés)
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