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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Crítica: Electric Girl

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- Después de su estreno en competición en la sección Max Ophüls Prize de Saarbrücken en enero, el segundo largometraje de Ziska Riemann se ha estrenado en los cines alemanes

Crítica: Electric Girl
Victoria Schulz en Electric Girl

Ziska Riemann es una autora de tiras cómicas, música, escritora y directora nacida en Múnich. En su primer largometraje, Lollipop Monster (2011), las protagonistas eran dos chicas adolescentes que escapaban a un mundo imaginario para huir de la decepción y la frustración causadas por una vida familiar rota. En Electric Girl [+lee también:
tráiler
entrevista: Ziska Riemann
ficha de la película
]
, su segunda película, que acaba de estrenarse en Alemania de la mano de Farbfilm Verleih, Riemann vuelve a construir una historia en torno a una mujer joven que busca su misión en la vida. La película es una mezcla entre una novela de fantasía, una historia de animación y un estudio psicológico de una personalidad inestable.

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Mia (Victoria Schulz) es una mujer joven e independiente que trabaja en un bar para ganarse la vida pero que ansía convertirse en escritora y actriz. De día, interpreta a Kimiko, la heroína de un anime japonés que dobla al alemán en una serie. Su carga de trabajo aumenta constantemente hasta el punto de que Kimiko se convierte en su alter ego. Mia encuentra a en esa niña segura de sí misma y con superpoderes a una amiga, un modelo a seguir y a alguien que lucha por un mundo mejor. El hecho de identificarse poco a poco con el personaje de ficción altera su percepción de la realidad. Empieza a hablar sobre un inminente apagón necesario para salvar a la humanidad de un villano no especificado disfrazado de electricidad. Los amigos y la familia de Mia se muestran incapaces de comprender lo que le ocurre y pierden el contacto con ella. Su única compañía es su vecino Kristof (Hans-Jochen Wagner).

La relación entre la niña y el hombre funciona como una alianza entre dos almas perdidas, entre esta eufórica mujer joven y su amigo deprimido, que pueden salvarse mutuamente. Sin embargo, esto es sólo una parte de la historia, tratada de forma superficial y nada convincente. El foco está en la aventura psicológica de Mia (aunque la directora parece no querer extenderse en su personalidad fragmentada). El tono parece el de un cuento de hadas, de una fantasía emocionante protagonizada por una joven superficial. Al espectador le resulta difícil identificarse con ella, ya que no tiene capas profundas en las que indagar; es más bien una caricatura con una fachada enérgica.

También es una pena que, además de los personajes poco desarrollados, la autora no aproveche la oportunidad para dar algo más de peso al tema de la amenaza global que siente Mia. De hecho, la electricidad puede verse como el símbolo de una amenaza real para la humanidad y el medioambiente, si tenemos en cuenta temas como la energía nuclear o la contaminación lumínica, por ejemplo. A pesar de sus limitaciones en términos de contenido y dramaturgia, a nivel formal, Electric Girl ofrece una imaginería coherente y atmosférica con su amplia gama de colores cálidos, e incorpora una serie de elementos animados originales. La mezcla de escenas de imagen real y animación aporta energía a la película. Su convincente música original hace que el visionado sea una experiencia entretenida, probablemente más adecuada para un público joven.

Electric Girl es una coproducción entre Alemania y Bélgica. Ha sido producida por NiKo Film en coproducción con Wüste Film GmbH, ambas alemanas, y la belga A Private View, en colaboración con WDR y ARTE. Farbfilm Verleih gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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