Crítica: La oveja Shaun, la película: Granjaguedón
por Marta Bałaga
- La clásica marca de animación en stop-motion de Aardman adquiere un toque de ciencia ficción en esta brillante secuela de La oveja Shaun, la película
Uno podría estar de acuerdo con la famosa cita de Osgood Fielding III al final de Con faldas y a lo loco y creer que, efectivamente, nadie es perfecto. Sin embargo, La oveja Shaun, la película: Granjaguedón [+lee también:
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ficha de la película], proyectada en la sección infantil del Festival de Zúrich, se acerca bastante. Tanto que ya se ha convertido en una de las experiencias cinematográficas favoritas de esta cronista en lo que va de año, y cualquiera que cuestione la validez de tal afirmación debería ser sometido lentamente con un trozo de delicioso queso Wensleydale.
Dirigida por Will Becher y Richard Phelan, Granjaguedón es ingeniosa sin llegar a caer en el ridículo, introduciendo constantemente referencias de ciencia ficción en el particular universo de la granja Mossy Bottom. De alguna forma, la película logra que todas estas nuevas referencias resulten tan apropiadas como si siempre hubiesen estado ahí, entre ellas la idea de convertir el famoso Monolito de Kubrick en 2001 en una tostada quemada. Estamos ante el más puro ingenio británico, aunque en esta ocasión, por controvertido que resulte, la crema Marmite debe dejar paso a la mermelada de Roswell.
Es precisamente este tipo de mundanidad cotidiana, que aflora en todos los rincones y trozos de plastilina, lo que hace de esta película, y prácticamente de cualquier cosa que toque Aardman Animations, una auténtica delicia. En esta ocasión, la historia incluye una alienígena de colores llamada Lu-La, que estrella su nave espacial y se dedica a robar los dulces de otra gente. Pero aparte de eso, y de algunos episodios ocasionales de levitación, todo sigue como siempre en la granja. Los cerdos toman el sol, el gallo bebe su café, cada vez de una taza con una frase motivadora diferente, y Bitzer, el perro pastor, se vuelve loco tratando de evitar que el rebaño destroce todo a su paso. Los humanos, como siempre, son los más tontos del lugar, incapaces hasta de ocultar su ropa interior como es debido. Es una larga historia.
El minucioso trabajo de animación realizado por Aardman, empleando técnicas clásicas de stop-motion que harían llorar de frustración a cualquier ser humano normal en cuestión de horas, es precisamente la razón por la que no han descuidado ningún detalle ni descartado a ningún personaje, a pesar de los años necesarios para completar algunas de las escenas más complicadas. Y eso es algo que no se puede decir sobre todas las películas de animación actuales. Huelga decir que, para cuando se desata el caos en la película, como si un elefante entrase en una cacharrería, esta cronista ya estaba llorando de la risa.
Solo por ser un poco quisquillosa, hay que reconocer que el diseño de Lu-La no está a la altura de la icónica imagen de Shaun, que junto a sus compañeras de rebaño se convirtió en un éxito absoluto de merchandising de la noche a la mañana tras su aparición en Wallace y Gromit: Un esquilado apurado. Por otra parte, la película también podría prescindir de todas esas canciones de pop ligero que intentan animar una de cada dos secuencias. Por lo demás, es posible que Granjaguedón sea la película de desastres que todos estábamos esperando, una que muestra exactamente lo que sucede cuando un niño fuera de control, ya sea alienígena o no, toma una sobredosis de dulces y refrescos en medio de un supermercado. Un concepto que podría aterrorizar a cualquier padre. De hecho, es probable que ante una amenaza tan agotadora, ni siquiera Bruce Willis se presentase voluntario.
La oveja Shaun, la película: Granjaguedón es una coproducción entre Reino Unido, Francia y Estados Unidos, producida por Paul Kewley para Aardman Animations, Amazon Prime Video y Anton, en colaboración con StudioCanal.
(Traducción del inglés)
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