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LES ARCS 2019

Crítica: Kongo

por 

- Hadrien La Vapeur y Corto Vaclav se sumergen en el día a día de un curandero congoleño en un documental fascinante sobre el poder cultural de los espíritus, desde los brujos hasta las sirenas

Crítica: Kongo

“Sanaciones de todo tipo: limpieza, hierbas de San Juan, protección, dominación-atracción-sueños eróticos, diabetes, mujeres estériles, locura crónica”. Esas son las especialidades del Apóstol Médard, un curandero de la hermandad de los ngunza de Brazzaville y protagonista del documental Kongo [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, de Hadrien La Vapeur y Corto Vaclav, que clausuró el programa Acid de Cannes y acaba de proyectarse en la sección Hauteur de la 11ª edición del Festival de Cine de Les Arcs.

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La película, que empieza bajo una lluvia torrencial con relámpagos y viento, en una noche profunda que simboliza la situación del país (“esta república de la oscuridad”), se adentra de lleno en su temática: los curanderos, de apariencia respetable en el mundo visible, se transforman e introducen en las casas para capturar a los espíritus, cuyas víctimas se despiertan entre terribles dolores sin comprender nada. Pero al final de cada ritual y a cambio de un paquete de velas, el Apóstol Médard, un iniciado de cincuenta años, invoca a los ancestros (“son nuestros verdaderos dioses. Nuestros muertos no están muertos”) y captura a los malos espíritus en botellas pequeñas (que arroja al río). También prescribe tisanas de hierbas y organiza ceremonias en los cementerios (rociando las tumbas con diferentes brebajes y ofreciendo galletas u otros dulces a los difuntos), para mantener sólida la paranoia en torno a los hechiceros (“me observan y buscan un error para hacerme caer”).

¿Todo esto te parece folclórico, creíble o risible? No te equivocas, ya que las creencias compartidas tienen mucho poder, tanto que el gobierno de Congo-Brazzaville los ha ratificado: el Apóstol Médard goza de una licencia oficial de curandero, que se ve amenazada por una investigación del Ministerio de Seguridad y de la policía, como consecuencia de un juicio por brujería en el marco de la jurisdicción tradicional del Tribunal de Tenrikyo (el juez: ¿Quién ha enviado este mal? Nosotros estamos preparados y sabremos si es un suceso natural o si se trata de un hechicero). Un hecho que amenaza con devolver a Médard a su oficio de fontanero y lo obliga a pedir ayuda a su maestro (el profeta) para que interceda con las sirenas que se refugian en una cascada, cerca del río. Pero la obra en construcción de una empresa china complica las cosas…

Hadrien La Vapeur, antiguo asistente de Philippe Garrel, firma un retrato inmersivo, cuidado y muy bien conseguido en este documental apasionante, con puesta en escena del antropólogo Corto Vaclav (que también aparece en los créditos de sonido). En Kongo, el dúo firma una película con una narrativa muy bien construida, donde cada secuencia contiene una dosis de información y de sorpresas; gracias a su acceso a la intimidad del personaje principal y a las creencias populares, que amplían la temática hacia la cuestión del colonialismo (antes, los sacerdotes blancos; y ahora, las excavadoras de la globalización). Una extraña mezcla que tiñe poco a poco su hábito de ceremonia (con la ayuda de la música compuesta por Gaspar Claus) y nos ofrece un buen rato de cine etnográfico bien dirigido, que observa y describe con respeto los misterios de África y del mundo de los espíritus.

Kongo ha sido producida por Kidam y Expédition Invisible. Pyramide gestiona las ventas internacionales y también la distribuirá en los cines franceses el 11 de marzo.

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(Traducción del francés)

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