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BERLINALE 2020 Encounters

Crítica: Los conductos

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- BERLINALE 2020: Camilo Restrepo debuta con un cuento fantástico sobre la instrumentalización de la religión y la violencia en Colombia, inspirado en las memorias de un superviviente de una secta

Crítica: Los conductos
Luis Felipe Lozano en Los conductos

El debut de Camilo Restrepo es un film-medicinal. Un antídoto catártico concebido para sanar el alma de un hombre. Concretamente, el de su actor protagonista Luis Felipe Lozano, alias ‘Pinky’, quien se interpreta a sí mismo en esta película inspirada en sus memorias. Estrenada en la competición Encounters de la 70ª Berlinale, Los conductos [+lee también:
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es una representación fantasmagórica de la biografía de este sintecho de Medellín y amigo cercano del cineasta colombiano desde que se conocieron en el rodaje de su cortometraje Como crece la sombra cuando el sol declina.

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La centellante ópera prima de Restrepo –plasmada en una exquisita paleta de claroscuros en 16mm creada por Guillaume Mazloum, que evoca las dos últimas obras de Pedro Costa Vitalina Varela [+lee también:
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– muestra a un hombre enfrentándose a su pasado tras haber cumplido su mayor deseo: asesinar al líder de la secta a la que perteneció durante ocho años, y de la que finalmente escapó. El largometraje reproduce el deseo de venganza real que sigue atormentando a ese individuo que fue obligado a matar, robar y delinquir en nombre del grupo religioso. De este modo, el primer film de Restrepo funciona como una liberación catártica para Pinky. Tanto el actor como el personaje alivian su sufrimiento existencial representando teatralmente el magnicidio que nunca sería llevado a cabo en la vida real.

Pese a la importancia simbólica que posee el homicidio del gurú para el protagonista, la ejecución de éste no supone el fin de su angustia, puesto que el crimen no se identifica con el final de la trama. Los conductos no relata cronológicamente las desgracias del vagabundo siendo miembro de la secta hasta matar al líder al que llaman Padre. La película está narrada cual pesadilla y resurrección cíclica, donde personajes históricos, literarios o de la farándula colombiana interactúan con Pinky, convirtiéndose, todos ellos, en los guías de su catarsis. Dichos iconos de la cultura popular del país encarnan los dilemas morales con los que el parricida se enfrenta antes, durante y después de disparar con un arma al Padre. Pensar y ejecutar el homicidio le lleva a cuestionarse conceptos absolutos como el Bien y el Mal, la Justicia y la Injusticia, la Verdad y la Mentira. Sus dudas invocan a todo tipo de héroes que fueron definidos por la sociedad colombiana a partir de esas dualidades. Entre ellos, se encuentra el temido bandido ‘Desquite’, quien cometió crímenes contra el Estado y los seguidores del Partido Conservador durante el periodo de Violencia en los años cincuenta y sesenta.

Fernando Úsuga Higuíta da vida al cuerpo fantasmal de José William Ángel Aranguren, popularmente conocido como ‘Desquite’. No obstante, es el propio Restrepo quien propicia la voz (en off o doblada) del espíritu. Desquite es un personaje-espejo en el que Pinky se ve reflejado. A medida que avance el metraje sus identidades se fundirán hasta suplantarse. En este cuento fantástico antirrealista, Pinky también usurpa la identidad del protagonista de la sátira de Luis Vélez de Guevara El diablo cojuelo: un relato sobre un criminal que deja de sentirse culpable cuando un demonio le permite ver todos los pecados cometidos a diario en su ciudad. Y, finalmente, el último personaje con el que se identifica Pinky es el célebre payaso ‘Tuerquita’. Un mito de la televisión colombiana que terminó mendigando en las calles cuando se destapó su adicción, pero sobrevivió al entregarse a la religión.

Tras varios ejemplos históricos, literarios y reales sobre la instrumentalización de la fe y el triunfo o la justificación moral de la violencia, Restrepo se apropia de los últimos versos de la Elegía a Desquite de Gonzalo Arango para profetizar el destino de su país en su extraordinaria ópera prima.

Los conductos ha sido producida por la francesa 5 à 7 Films y la colombiana Mutokino, con la coproducción de If You Hold a Stone (Brasil) y Montañero Cine (Colombia). La compañía Best Friend Forever está a cargo de las ventas al extranjero.

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