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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia / Polinesia Francesa

Crítica: L’Oiseau de paradis

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- El primer largometraje del polinesio Paul Manate se enfrenta a la profundidad de la naturaleza salvaje y las relaciones ancestrales entre las almas y la economía

Crítica: L’Oiseau de paradis
Blanche-Neige Huri en L’Oiseau de paradis

“¿Quién eres? ¿Quiénes son los tuyos? En vano te lo he preguntado. En vano he forzado a un fantasma solitario, tu mensajero, a desvelarte el secreto de lo que somos, un sueño polinesio”. Teivi va a meditar a la tumba de su padre, un hombre de letras y diputado de la República Francesa “que ha trabajado toda su vida por la libertad y la dignidad del pueblo polinesio” (como dice el epitafio), mientras su hermana le rinde homenaje al fallecido bajo un cielo azul perfecto. Como siempre, su cara de “demi”, de mestizo tahitiano, no deja entrever ninguna emoción, ya que así es el carácter insaciable del joven agregado parlamentario, uno de los dos protagonistas de L’Oiseau de paradis [+lee también:
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, el primer largometraje de Paul Manate, estrenado el 24 de mayo directamente en VOD por UFO Distribution y Premium Films.

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En la orilla de un pequeño río que desemboca en el Océano Pacífico, unas máquinas inician las obras del Tahiti Millenium, un proyecto de hotel de lujo patrocinado por el diputado Gilot (el belga Patrick Descamps), padrino y jefe de Teivi (el alemán Sebastian Urzendowsky). Enfrente, unos barracones improvisados albergan a una pequeña comunidad maorí cuya evacuación se verá acelerada por el oportuno envenenamiento de las aguas, llevado a cabo de forma discreta por un Teivi sin convicciones morales, más bien aficionado a bailar en discotecas y a pasearse en descapotable.

En esta sociedad desigual se teje una trama cuya cara opuesta representa Yasmina (Blanche-Neige Huri), una estudiante de secundaria con dificultades académicas y un físico poco atractivo (más bien robusto). Desde hace dos años, esta prima pobre de Teivi está bajo la tutela de la (numerosa) familia de su tía, tras la dramática y misteriosa muerte de su madre y de que su padre, un simple pescador, la rechazara. Pero estamos en una isla, un lugar donde a pesar de las diferencias aparentes, la interdependencia está muy arraigada en una cultura y un inconsciente colectivo muy próximos a las fuerzas de la naturaleza. Teivi le consigue a Yasmina un trabajo de limpiadora en un establecimiento turístico. Se dice que ella ha heredado los poderes de Tahu’a (hechicera, sanadora y vidente) de su madre, y su encuentro tiene un impacto obsesivo, peligroso y transformador en la existencia indolente y amoral de Teivi…

L’Oiseau de paradis, un relato sobre el deseo de reconectar con la inocencia perdida de la infancia y con los valores esenciales de una tierra donde las cascadas brillan bajo la luna, rodeadas de una selva exuberante, mezcla, gracias a un guión sólido (firmado por el director y Cécile Ducrocq), el realismo social, el misticismo onírico, los retratos de dos trayectorias individuales y el retrato de una sociedad gangrenada por el mercantilismo. Mediante un hilo conductor que roza el género policíaco, Paul Manate hace surgir progresivamente y con habilidad unas ramificaciones múltiples y profundas. El recurso de usar varios actores no profesionales aporta credibilidad a la película; y la puesta en escena tranquila y controlada pone énfasis en el interesante trabajo sobre los colores del director de fotografía Amine Berrada (que ya destacó en Le Miracle du Saint inconnu [+lee también:
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). El largometraje mantiene su apuesta (que no está ganada de antemano) por la yuxtaposición de ingredientes de sabores muy distintos y destaca los hechizos poéticos de una Polinesia Francesa ancestral, con un decorado de postal que atiza a los depredadores económicos.

L’Oiseau de paradis ha sido producida por Nicolas Brevière para Local Films, y coproducida por Filmin'Tahiti, A perte de vue y Anaphi Studio. MPM Premium gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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