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Crítica: Cosmética del enemigo

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- El catalán Kike Maíllo edifica un sofisticado thriller psicológico con ventanas hacia la turbiedad, localizado mayoritariamente en un aeropuerto y con dos personajes antagónicos enfrentados

Crítica: Cosmética del enemigo
Tomasz Kot en Cosmética del enemigo

En la Sección Oficial del 53º Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña –que está sufriendo, valientemente y con el apoyo constante de su legión de incondicionales, los contratiempos de las medidas sanitarias impuestas recientemente en la región– compite este viernes 16 de octubre Cosmética del enemigo [+lee también:
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, la adaptación –bastante libre, como el cineasta nos confirmó hace unos días en una entrevista (leer más), y en cuyos diálogos se ha aligerado la ampulosidad del texto original– que el barcelonés Kike Maíllo ha diseñado del libro homónimo, publicado en 2001, de la polémica y famosa escritora belga Amélie Nothomb.

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en la lengua natal de Norman Foster, Cosmética del enemigo basa su estructura y argumento en el duelo verbal que enfrenta a dos personajes, como sucedía en clásicos cinematográficos como La huella, de Joseph L. Mankiewicz, policíacos intemporales como El silencio de los corderos, de Jonathan Demme, o en films de culto como El club de la lucha, de David Fincher. En este caso, el dúo mal avenido lo forman un elegante arquitecto de prestigio internacional y una jovencita un tanto ambigua.

Como se presenta al comienzo del film, tras dar una charla, firmar libros y hacerse varios selfies con su legión de fans, Jeremiasz Angust (el polaco Tomasz Kot debatiéndose también con la lengua inglesa) se traslada en coche al aeropuerto pero, en medio del caos circulatorio, una jovencita (Athena Strates) le pide ayuda para llegar a tiempo a tomar un vuelo. Lo que parece un juego de seducción inicial se irá transformando, según pasan los minutos, en algo más oscuro, retorcido y peligroso.

Mientras, Maíllo construye su largometraje ilustrando lo que dice cada personaje con saltos temporales y narrativos que ayudan a aligerar sus parrafadas, entre los que destacan localizaciones en París de atmósfera lúgubre y malsana. Entre tanto, el responsable de Toro [+lee también:
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va dando pistas, datos y detalles inquietantes con el fin de que el espectador –que a veces se posicionará con una y otras veces girará su atención hacia la otra, como en un animado partido de tenis– logre adivinar qué esconden estas dos personas tan distintas que no dejan de enfrentarse.

Y en el tramo final llegará la sorpresa, con una conclusión bastante satisfactoria y poco habitual en este tipo de películas: es el colofón inesperado a un film asentado sobre pilares como la culpa, la obsesión y la (im)posibilidad de conseguir esa perfección de líneas a la que aspiran la mayoría de los arquitectos… pero todos sabemos que algunas de sus costosísimas obras maestras, con el paso de los años, acaban mostrando goteras, grietas y desconchones.

Cosmética del enemigo es una producción entre Sábado Películas (España), Barry Films (Alemania), The Project (Francia) y Hessen-Invest Film (Alemania), que ha contado con el apoyo del ICAA y de cuyas ventas se ocupa la agencia parisina Pulsar Content.

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