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BLACK NIGHTS 2020 Competición Películas Bálticas

Crítica: The Last Ones

por 

- Lo nuevo de Veiko Õunpuu, representante estonio en los Óscar 2021, es un western lapón moderno, rico en testosterona, en donde chocan capitalismo y ecología, sueños y realidad

Crítica: The Last Ones
Elmer Bäck y Pääru Oja en The Last Ones

“Cuando naces, te hacen sentir pequeño sin darte tiempo a nada hasta que tu dolor es tan grande que no sientes nada”. Working Class Hero, de John Lennon, cantada en el bar de la esquina, un lugar oscuro donde los mineros se emborrachan en medio de la nada, en los vastos espacios naturales de Laponia, da el tono dramático a The Last Ones [+lee también:
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entrevista: Veiko Õunpuu
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, de Veiko Õunpuu, estrenada en la sección Baltic Competition del Festival Tallinn Black Nights, y candidata estonia al Óscar 2021. El director de Autumn Ball [+lee también:
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(premio Orizzonti en Venecia en 2007), The Temptation of St. Tony [+lee también:
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(que compitió en Sundance y en Róterdam en 2010) o Free Range [+lee también:
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(Forum de la Berlinale 2014) encuentra en tierras finlandesas un territorio propicio para el análisis profundo de un tema que le interesa: la zona gris entre el bien y el mal.

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“Podemos cavar un poco más y cavaremos”. Kari (el carismático Tommi Korpela), propietario de una mina en avanzado estado de deterioro, reina sobre las vidas de los trabajadores a quienes alimenta en secreto con drogas para que las veladas de alcohol, baile y sueños de un lugar mejor les hagan olvidar los problemas, la estrechez de sus autocaravanas y las peligrosas galerías anegadas de agua. Sin embargo, en la superficie, se desarrolla una vida completamente distinta, la de los criadores de renos, una pequeña comunidad poco honorable desde el punto de vista económico y en vías de extinción, cuyos últimos representantes se reúnen en torno a fogatas mientras oyen a lo lejos las explosiones de la mina (“el mundo se ha convertido en un lugar extraño”).

Entre estos dos universos gravita un niño, Rupi (Pääru Oja), obrero en la mina y narcotraficante al servicio de Kari, que lo instrumentaliza (“¿Quieres avanzar o estancarte en la mierda como los demás?”) para recuperar las tierras que el padre de Rupi se niega a vender. Kari (que trama vender la mina a unos chinos) es un líder hábil (dispuesto a sacrificar la vida de otros sin ningún escrúpulo), un hombre dominante y un perverso manipulador que alterna la seducción corruptora y la violencia humillante. Además, tiene otro objetivo: Riitta (Laura Birn), una joven que comparte su vida con el roquero venido a menos Lietmanen (Elmer Bäck), que sólo aspira a evadirse de su vida de señora de la limpieza y que también agrada al observador Rupi. Para este último, la hora de las decisiones existenciales está por llegar puesto que los acontecimientos se precipitan…

The Last Ones, que se centra en los grandes contrastes entre un panorama majestuoso de tundra y montañas y la humanidad mediocre e infernal que vegeta en la rueda del capitalismo salvaje de la extracción minera, hace un retrato crudo de la otra cara del sueño lapón, muy alejado de los clichés turísticos de las aventuras en moto de nieve y canoa. La película, que rechaza los códigos del western con su crueldad engañosa, corrupta y clandestina, su animador de saloon, sus “nativos” humillados, su contrabando, su héroe/antihéroe mudo (en el centro de las contradicciones locales) que recorre los alrededores en su moto, se ajusta a la atmósfera decadente de este lugar alejado de la civilización para ofrecer un cuento moral crepuscular y feroz repleto de explosiones, de consejos viriles (“siete trozos de apio crudo al levantarte, luego cinco minutos de ducha helada en los testículos: tu testosterona aumentará de forma natural”) y de invitación a “sacar los escombros del pozo” para esperar renacer.

The Last Ones, producida por la compañía estonia Homeless Bob, la finlandesa  BUFO y la holandesa  PRPL. La compañía francesa Loco Films gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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