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BLACK NIGHTS 2020 Competición óperas primas

Crítica: Goodbye Soviet Union

por 

- La comedia nostálgica de Lauri Randla demuestra que aunque las cosas hayan sido diferentes, no hay motivo para no reírse de ellas ahora

Crítica: Goodbye Soviet Union
Niklas Kouzmitchev, Ülle Kaljuste y Tõnu Oja en Goodbye Soviet Union

Ah, la belleza de un buen chiste sobre la antigua Unión Soviética. Un hombre entra en una tienda y pregunta: “No tendrás algo de pescado, ¿verdad?” La dependienta responde: “Esto es una carnicería y no tenemos ningún tipo de carne. Usted busca la pescadería del otro lado de la calle. Ellos tampoco tienen pescado”.

Recordamos este chiste porque Goodbye Soviet Union [+lee también:
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, de Lauri Randla, proyectada en la Competición de Óperas primas del Festival Black Nights de Tallín, parece optar por dicho enfoque sobre el pasado: sí, eran tiempos difíciles, pero eso no significa que no podamos reírnos de ello ahora. En la línea de Good Bye Lenin! [+lee también:
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, de Wolfgang Becker, el deseo de decir adiós a esos días de gloria traspasa fronteras. La película, basada en sus propias experiencias, o en las de sus familiares, refleja que en aquel entonces, “la única solución era vivir en una realidad idealizada” para mantenerse cuerdo. Y así era desde el nacimiento, ya que a las parturientas se les decía que en la Unión Soviética había que dar a luz en silencio, en comparación con el nacimiento de Lenin. Algo bueno en apariencia.

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Randla no necesita esforzarse mucho, o demasiado, para ser divertido: en un momento de la película, su protagonista, el joven Johannes, intenta escapar de su vida cotidiana en un coche de juguete. A continuación, las situaciones se vuelven cada vez más absurdas, con colores demasiado brillantes e interpretaciones vulgares, lideradas por Ülle Kaljuste, que interpreta a la abuela de Johannes, una mujer que cuida de su nieto mientras su intrépida madre entra y sale de la película para buscar su lugar, como Jenny en Forrest Gump. Las familias chocan, las modas cambian y los niños lo presencian todo, iniciándose en juegos salvajes como robar pelo del suelo de una peluquería o un tanque.

La película no siempre funciona puesto que algunos de los intercambios parecen demasiado teatrales, y uno se pregunta dónde estaba el departamento de maquillaje durante el rodaje, ya que la paleta de sombras de ojos se vuelve cada vez más llamativa. Pero una vez que aceptas el estilo y el hecho de que no es una historia profunda, se disfruta mucho, empezando por los niños actores y el alter ego de Randla (Niklas Kouzmitchev), que “perdió la mitad de su pelo por los soviéticos”, después de un extraño accidente. Es como si los protagonistas de El hijo de Rambow [+lee también:
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se volvieran locos por los productos de Johnson & Johnson o escupieran con aversión un regalo exótico en forma de plátano. La política cambia, pero esos malditos niños seguirán sin comerse la fruta.

Goodbye Soviet Union, escrita por Lauri Randla, ha sido producida por la compañía finlandesa Bufo y la estonia Exitfilm. B-Plan Distribution la distribuirá en Finlandia.

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(Traducción del inglés)

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