02/11/2022 - En su ópera prima Avelina Prat explora la sutil relación entre dos desconocidos y consigue analizar sentimientos más profundos que la simple empatía

Compartir cuando tienes más de lo que necesitas no es lo mismo que dar de tu bocado al otro. En las sociedades desarrolladas donde tenemos demasiado, el reparto de los bienes no es realmente un sacrificio, más bien resulta un procedimiento que sella nuestro estatus de ciudadanos conscientes sin requerir necesariamente una inversión emocional. Ser empático ya es casi una directiva y como tal se ejerce en la manera de cumplir con alguna obligación. En otras palabras que nos acercan más concretamente a la trama de Vasil [+lee también:
tráiler
entrevista: Avelina Prat
ficha de la película], uno puede alojar a su casa a alguien sin techo por un tiempo, pero esto no significa que se vaya a interesar por esta persona. ¿Puede ser que ser comprensivo sobre el destino individual del otro sea una misión imposible?

Esta y otras preguntas que surgen del detallado examen de la interacción humana, son las que pone en la mesa el primer largometraje de Avelina Prat. La película se estrenó mundialmente en el Festival de Varsovia, acaba de participar en la Seminci y en la Mostra de Valencia y finalmente se estrenará en las pantallas españolas el 4 de noviembre con Filmax.

Prat comienza el relato sin mucho prefacio e introduce al espectador precisamente donde empezó la verdadera historia en la que está basado el guion; una historia que la misma directora escuchó de su padre y trasladó a la pantalla. En la escena inicial Alfredo (Karra Elejalde) habla con su hija (Alexandra Jiménez) por teléfono sobre el inmigrante búlgaro Vasil (Ivan Barnev) que reside temporalmente en el sofá de su salón hasta que obtenga papeles, encuentre trabajo y algún sitio para vivir. El favor se lo pidió su amiga Maureen (Sue Flack), una irlandesa pija que lleva muchos años en España, porque Vasil no es cualquiera; es el mejor jugador de bridge en su club, en donde todos lo quieren en su equipo y toleran (de momento) su bajo estatus social solo por su talento. Aunque se pasa los días por las instituciones sociales pidiendo ayudas sin éxito, Vasil tampoco es el típico extranjero desesperado y no sacrificaría su partido de bridge por cualquier curso para desempleados. Su actitud bohemia ante la vida irrita a Alfredo a pesar de que le encanta jugar ajedrez con él, pero también intriga a su hija y le hace investigar sobre él y su país, a diferencia del padre, que no tiene mucha curiosidad por su ”inquilino”.

Por un lado, Prat proporciona una crítica de la sociedad española, exponiendo su mentalidad cerrada y visión limitada del mundo, especialmente entre la clase burguesa. Por el otro, el asunto de la interlocución humana es universal y una conclusión obvia es que los mundos culturales y personales quedan desconocidos, incluso los cercanos; por ejemplo, un país europeo y no tan lejano, pero inexplorado; un padre y una hija de la misma sangre, pero distanciados. Аl contrario de lo que parece tratar la película en la superficie, Vasil no denuncia los prejuicios sobre los inmigrantes, sino que retrata cada uno de los personajes como un cosmos solitario que experimenta dificultades en la hora de conectarse con los demás.

Elejalde y Barnev en los papeles principales han ganado merecidamente el premio compartido de Mejor actor en la Seminci con su orgánica interpretación de los gráciles matices en la comunicación entre dos personas que representan universos contradictorios. Mientras tanto, las dominantes escenas en interiores y los cálidos tonos de la imagen contribuyen a una atmósfera íntima y acorde con la trama que toca los hilos más delicados de las relaciones humanas.

Vasil es una coproducción entre España y Bulgaria, llevada a cabo por Distinto Films, Activist38 y Diferente Films AIE. Filmax gestiona las ventas internacionales.