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GLASGOW 2021

Crítica: Creation Stories

por 

- El biopic sobre Alan McGee de Nick Moran ofrece una dinámica interpretación de Ewen Bremner, pero podría haber adoptado un enfoque más claro

Crítica: Creation Stories
Ewen Bremner en Creation Stories

Creation Stories, de Nick Moran, estrenada en el Festival de Cine de Glasgow (que este año se celebra de forma online), y adaptada por el famoso novelista escocés Irvine Welsh a partir de la autobiografía homónima de Alan McGee, relata la historia poco convencional del productor discográfico que llegó a dominar las listas de éxitos en las décadas de 1980 y 1990, poniendo el foco en la tensión entre los distintos roles de un productor: fomentar el talento y mantener a flote un negocio.

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Los nombres de Irvine Welsh y Ewen Bremner, que interpreta a McGee en la película, se asociaron por primera vez en Trainspotting (1996). Aunque Creation Stories está lejos de alcanzar las cotas delirantes del clásico de culto de Danny Boyle, la película también está dirigida por un inglés y se centra en un personaje escocés que intenta triunfar en Londres. Es una pena que la cinta no aproveche más esta dinámica, que apenas está presente en su trama más básica (McGee viajaba regularmente a Londres cuando era adolescente para tocar con su banda, y luego estableció las oficinas de Creation Records en la capital inglesa), aunque también se transmite a través del marcado acento escocés de Bremner.

Al resumir una gran cantidad de eventos en solo 108 minutos, Creation Stories no tiene tiempo para profundizar demasiado en la historia, poniendo más interés en su estética hortera pero dinámica a base de cortes rápidos, material de archivo y, por supuesto, muchas canciones; aunque lo mismo podría decirse de los espectadores. El ataque de nervios que acaba sufriendo McGee, acompañado de depresión e incluso agorafobia, tampoco ayuda a frenar las cosas: el productor estaba entonces en la cúspide de su éxito, cuando la banda Oasis acababa de saltar a la fama, y el propio McGee (que básicamente narra la película a través de Bremner) no parece dispuesto a dejar que un diagnóstico tan grave afecte al espíritu punk que impulsó toda su vida (el productor explica que cuando finalmente llegó a Londres, la escena punk ya se había desvanecido; aunque parece seguir viva de alguna forma en McGee).

La enérgica interpretación de Bremner logra anclar al personaje, aunque el mundo gire locamente a su alrededor. Su enfoque realista y sin artificios subraya algo que el propio guion explora adecuadamente, y que representa uno de los aspectos más atractivos de la vida de McGee: se trata de un hombre corriente, cuyas únicas cualidades extraordinarias eran un buen oído para la música y un deseo férreo de poner a disposición del público las grandes canciones que escuchaba. La película no defiende que fuera un genio a la hora de promocionar bandas o incluso que ganase mucho dinero con ello (de hecho, se habla de lo económicamente ruinoso que fue todo el negocio), sino simplemente que su determinación le permitió enfrentarse con ingenio a todo tipo de humillaciones y problemas. Esta energía se vio alimentada en parte por las drogas, una parte integral de la escena musical que McGee ayudó a construir, pero también por su propio entusiasmo, aparentemente interminable.

Al igual que otros biopics sobre personajes guiados por un objetivo claro, esta historia de éxito prácticamente evita la introspección, lo cual habría ayudado a que la película destacase sobre otras historias similares, evitando además clichés desafortunados. A pesar de algunas grandes interpretaciones secundarias (entre las que destacan Jason Isaacs como un sórdido productor de cine y Mel Raido como Ed Ball, socio de McGee en Creation Records y una presencia espiritual clave en su vida), la película cae con demasiada frecuencia en un histrionismo desalentador y un humor absurdo, cuando se habría beneficiado más de un enfoque claro y directo, menos ansioso por entretener. La historia de McGee es suficientemente interesante y salvaje por sí misma.

Creation Stories es una producción de la estadounidense Burning Wheel Productions y la británica Head Gear Films. Metro Films International se encarga de las ventas de la película.

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(Traducción del inglés)

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