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BERLINALE 2021 Encounters

Crítica: Taste

por 

- BERLINALE 2021: Lê Bảo asombra con un primer largometraje repleto de personalidad visual y atmosférica, una inmersión entre realista y onírica que roza el arte contemporáneo

Crítica: Taste
Olegunleko Ezekiel Gbenga, Thi Cam Xuan Nguyen y Thi Dung Le en Taste

Siempre es agradable, estimulante e incluso conmovedor descubrir los inicios de un joven cineasta que te cautiva de inmediato y te muestra que un auténtico artista, dotado de una gran individualidad, despliega sus alas ante tus ojos. Por supuesto, es necesario que el resto de la película esté a la altura, pero una huella cinematográfica tan profunda y distinta como la de Taste [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, ópera prima del vietnamita Lê Bảo, presentada en la sección Encounters de la 71ª Berlinale, no deja indiferente a ningún cinéfilo: una investigación radical que envuelve la obra en una atmósfera de viaje enigmático, visual y sensorial, muy alejada del canon narrativo clásico.

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Esta ópera prima nos muestra un entrenador asiático que desplaza todas las piezas de un lado a otro de un campo de fútbol en miniatura, en silencio y en un vestuario de hormigón desnudo, bajo la atenta mirada de un grupo de jugadores negros. Aquí se ponen los puntos sobre las íes: un juego, protagonistas en espacios cerrados y una disposición táctica que escapa totalmente a las costumbres habituales. Mediante una inversión de perspectiva, en el reflejo desdoblado de un espejo, emerge el protagonista de la película, Bassley (Olegunleko Ezekiel Gbenga), un hombre musculoso que ha venido de Nigeria para jugar al fútbol en Saigón, Vietnam, pero una herida en la pierna lo expulsa del equipo hacia una vida laboriosa entre los habitantes más desfavorecidos de la ciudad.

Entre la modesta peluquería donde duerme a los callejones repletos de desechos que recorre en bicicleta para llegar a un vasto hangar donde unas costureras fabrican in situ balones de colores gigantescos y suntuosos (una secuencia estética impresionante), Bassley subsiste tranquilamente, trabaja sin parar y comparte (por una razón desconocida) la vida cotidiana con cuatro mujeres en un edificio laberíntico y casi abandonado, amueblado con una simple cama superpuesta sin sábanas ni mantas. Allí se instaura, como en un sueño despierto, un falansterio ritualizado y casi mudo, animado por las actividades que giran en torno a la cocina: pelan verduras, las preparan, cortan un pez espada o carne, lo cocinan, lo comen, limpian, se bañan juntos en una ducha, duermen. El tiempo parece dilatado, los cuerpos desnudos se desplazan con calma, unas veces se abrazan, otras cantan, cada gesto que parece acarrear una intensidad al mismo tiempo frágil, vital y agotadora. Con Mien (Thi Minh Nga Khuong), Trang (Thi Dung Le), Hanh (Thi Cam Xuan Nguyen) y Thuong (Thi Tham Thin Vu), una vagabunda que navega por los canales de barrios de chabolas en una olla gigante (¡acompañada de un cerdito!), Bassley comparte la esencia del ser humano, algunas confidencias (la pérdida de su padre, la existencia de un hijo) e incluso una risa loca colectiva que surge de algún lugar (la película está suficientemente “equilibrada” para que también podamos reír). Taste, repleta de símbolos para los espectadores interesados en descifrarlos (“se convirtió en un espíritu”) es, ante todo, una experiencia plástica y sensible de primer orden, entre el realismo crudo y el onirismo cautivador. La composición estudiada de los planos y de las luces (Nguyen Vinh Phuc en la dirección de fotografía), de la austeridad de los decorados y de los movimientos coreografiados de los personajes, desprende una fuerza extraña, a la vez densa y líquida. Un talento para crear su propio mundo que presenta a Lê Bảo como un cineasta más que prometedor, sin que podamos adivinar si su futuro lo llevará a profundizar en esta faceta que se encuentra en el límite de la experiencia para iniciados o si conseguirá combinar este estilo con una verdadera historia que lo impulsará a lo más alto de la pirámide del cine mundial.

Taste ha sido producida por Le Bien Pictures (Vietnam) y E&W Films (Singapur) y coproducida por las compañías francesas Deuxième Ligne Films y Petit Film, la tailandesa Cinema 22, la alemana Senator Film Produktion y la taiwanesa Effortless Work. Wild Bunch International gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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