Crítica: Azor
por Fabien Lemercier
- BERLINALE 2021: Andreas Fontana firma un cautivador primer largo que sigue a un banquero suizo sumergido en una misión laberíntica en el corazón de las altas esferas más perniciosas
“Es imposible adivinar lo que pasa en este país”. Estamos en diciembre de 1980 y las calles de Buenos Aires están controladas por el ejército, que está en el poder. Pero todos los palacios, clubes privados, villas con piscinas, inmensas propiedades y palcos del hipódromo hacen de los privilegiados una gran familia de “primos” que comparten la misma cultura elitista y hablan la misma lengua. El banquero suizo Yvan De Wiel (Fabrizio Rongione) y su esposa Inés (Stéphanie Cléau), de visita por primera vez en la capital argentina, no son una excepción. Sin embargo, al refinado Yvan le espera una misión muy delicada: recuperar la clientela adinerada y ávida de evasión fiscal de su predecesor, que ha huido sin dar explicaciones. Así empieza Azor [+lee también:
tráiler
entrevista: Andreas Fontana
ficha de la película], la interesante ópera prima del suizo Andreas Fontana, presentada en la sección Encounters de la 71ª Berlinale. Una película con un clima turbio y sereno que se sumerge lenta pero segura en la atmósfera de las enigmáticas historias policíacas (con llaves simbólicas) al estilo Borges, con un aroma folletinesco (Mariano Llinás – La Flor – ha ayudado al director en la escritura del guión). Pues reina la corrupción, tóxica y peligrosa, que disimula bestias codiciosas bajo el barniz del champán y de los buenos modales.
La retorcida trama, dividida en cinco capítulos inaugurados por “La vuelta del camello” (un rito de paso en la banca privada), muestra la prudente investigación de Yvan para intentar comprender la huida precipitada de Keys, que ha dejado a su paso una fuerte impronta personal en las grandes fortunas a las que ayudaba a enviar dinero a Suiza; pero también un conjunto de rumores alusivos y escandalosos. Por tanto, distinguir lo verdadero de lo falso y sucederle no será tarea fácil para Yvan, quien, apoyado por su esposa, intenta reunirse con los clientes más importantes para convencerlos de continuar sus negocios con él. De la señora Lacrosteguy (Carmen Iriondo) a Augusto Padel Camon (Juan Trench) y su esposa Magdalena (Elli Medeiros), pasando por el agresivo Farrell (Ignacio Vila) y el poderoso arzobispo Tatoski (Pablo Torre Nilson), nuestro banquero (ambicioso), puesto a prueba por unos y otros, escala hasta llegar al poder de una junta militar (y sus aliados) que hace planear su inquietante política de purificación nacional hasta los niveles más intocables de la sociedad. ¿Hasta dónde llegará Yvan al servicio de su banco en la jungla del oscuro río del dinero?
Andreas Fontana, que trata un tema sensible y apasionante con un talento sugerente (miradas, indirectas, discursos inacabados, etc.), destaca al destilar indicios y guiños (un conductor se llama Dante) manipuladores y jugar con la imagen intencionadamente, al igual que el personaje principal: “elitista, de mal gusto, un poco tranquilizador”. También nos enteramos de que en dialecto suizo Azor significa “¡Cállate! Ten cuidado con lo que dices” y “hacer el mono con boca de oro” es “jugar al inocente”. Varios mensajes crípticos escondidos en el interior de otros códigos (sociales y bancarios), sin olvidar que la palabra Azor en español evoca un rapaz y también era el nombre del yate de Franco. Bienvenido a una tela de araña de misterios sofisticados que confirman una incursión muy prometedora en el largometraje para el cineasta.
Azor ha sido producida por Alina Films, la francesa Local Films, la argentina Ruda Cine y la RTS. Be For Films gestiona las ventas internacionales.
(Traducción del francés)
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