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BIFFF 2021

Crítica: Hotel Poseidon

por 

- El primer largometraje del belga Stef Lernous, presentado en estreno mundial en el BIFFF, es un alucinatorio viaje demente y grimoso

Crítica: Hotel Poseidon
Tom Vermeir en Hotel Poseidon

Bienvenidos al Hotel Poseidon, un pequeño establecimiento con una decoración interior encantadora, innovadora y personal, fusión de estilos verdosos y descoloridos, con moho visible, desorden generalizado y suciedad en todas las plantas.  

El hotel no está abierto al completo –además, en tiempos de pandemia mundial, es complicado–, pero si sabes ganarte el favor de Dave (Tom Vermeir), el carcelero, perdón, el encargado, podrías conseguir una pequeña habitación fresca, que no esté infestada de roedores, o casi.

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Cada mañana, Dave se levanta cansado en su hotel cerrado, donde todo parece ser disfuncional. Los neones crepitan, las bombillas están al borde de la autocombustión, los grifos gotean y, por supuesto, los frigoríficos zumban. Sin convicción, pero incansable, realiza el mismo ritual, interpreta la comedia de la higiene elemental, toma pastillas, pone gel en el cabello, vacía una bomba de desodorante. Hay un olor putrefacto en el aire.

Aunque Dave parece profundamente deprimido –y hay que reconocer que se ve muy mal–, en el fondo de su mirada se distingue, un poco embotado, un destello de melancolía, que a largo plazo podría convertirse en una pizca de esperanza, quién sabe. Al menos, eso es lo que parece pensar una joven turista holandesa, decidida a alojarse en el Hotel Poseidon. No sabe que su estancia estará marcada por encuentros improbables, alucinaciones colectivas, que se convierten a su vez en pesadilla o en renacimiento. 

Resulta difícil traducir en palabras la estética tan particular de Hotel Poseidon [+lee también:
tráiler
entrevista: Stef Lernous
ficha de la película
]
, el primer largometraje del belga Stef Lernous (estrenado en el Brussels International Fantastic Film Festival (BIFFF), en el marco de la White Raven Competition). Una estética de la decrepitud, que juega con la aversión del espectador, una aversión que, sin embargo, puede convertirse en fascinación. Una fascinación (quizás) un poco enfermiza por lo sórdido y lo grotesco, por un mundo repugnante, pero que nos recuerda algo…

En general, el apocalipsis en el cine suele ser espectacular, una onda expansiva que pone patas arriba las vidas y las certezas. Aquí, lejos de ser un acontecimiento, el apocalipsis es un proceso, lento e insidioso. Las almas en pena del hotel recuerdan a primera vista a un ejército muy poco belicoso de zombies depresivos; pero pronto aparecen como seres muy vivos, que viven una vida degradada y corrompida.

El mundo del Hotel Poseidon, un reino podrido, está en plena descomposición, no lejos de la putrefacción, sometido a una decadencia sistémica que se traduce en una insalubridad generalizada. Sin embargo, se trata de un mundo intermedio. Estamos ante las ruinas, antes de borrar el pasado. Antes del fin.

Hotel Poseidon, salido de la imaginación de Lernous, director de teatro fundador de la Compagnie Abbatoir Fermé, es una transposición en la gran pantalla de un universo visual guiñolesco y espantoso, que se inspira tanto en Lynch como en Bosch. La película propone una sucesión de cuadros grotescos y barrocos, que invitan al espectador receptivo a su universo a un mal viaje alucinatorio, donde debe reflexionar sobre una sociedad en decrepitud total, que se pudre desde el interior, y donde sólo un residuo de fuerza vital y una vuelta a la naturaleza podrían ofrecer una salida, un nuevo comienzo. Una experiencia fílmica inesperada y exigente, que no es para todo el mundo, basada en la fascinación al borde del trance. 

Hotel Poseidon ha sido producida por Abattoir Fermé, y coproducida por Potemkino.

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(Traducción del francés)

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