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DOCAVIV 2021

Crítica: Imad's Childhood

por 

- El devastador documental de Zahavi Sanjavi echa un vistazo a las consecuencias del cautiverio bajo el yugo del Estado Islámico en un niño yazidí y su familia

Crítica: Imad's Childhood

En su nueva película, Imad's Childhood [+lee también:
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ficha de la película
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, el director kurdo nacido en Iraq y afincado en Suecia Zahavi Sanjavi, revisita el Kurdistán Iraquí y la situación de los yazidíes en las zonas ocupadas por el Estado Islámico después de The Return, proyectado en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam en 2016. El documental, una película impactante, desgarradora y reveladora, se estrenó en Hot Docs y ahora se proyecta en la sección Beyond the Screen del Docaviv.

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Nuestro protagonista es Imad, un niño yazidí de cinco años que fue capturado por el Estado Islámico junto a su madre, Ghazala, y su hermano menor, Idan, en la región de Sinyar, en el Kurdistán Iraquí, dos años y medio antes del inicio de la película. Presumiblemente recomprados al Estado Islámico por una gran suma de dinero, ahora están en un campo para desplazados yazidíes y sus familias. El padre del chico todavía está prisionero y nuestro primer narrador es la madre del padre, una anciana lúcida que nos cuenta cosas que Ghazala no está en condiciones de contar.

Durante los primeros (y formativos) años de sus vidas, a Imad e Idan les lavaron el cerebro y sólo hablan árabe y llaman a los demás por los nombres que les dio el Estado Islámico. Como consecuencia, Imad no parece un niño salvaje, sino un guerrero violento: odia a las mujeres, incluidas su madre y su abuela, y tiene un comportamiento dominante y agresivo. Cuando Ghazala lo regaña, él le escupe en la cara.

Su abuela intenta inscribirlo en una escuela infantil, y cuando la profesora lo lleva a conocer a otros niños, se comporta como un guardia en un campo de concentración. En una de las muchas escenas intensas de la película, los niños están sentados en el suelo en una habitación e Imad, con una expresión malvada en el rostro, empieza a golpearlos, emulando al Estado Islámico.

Al final, Imad es llevado a una psicóloga, Berivan, que trata a los niños del campo de refugiados. Al principio, sus intentos de enseñarle a crear y a alimentar, en lugar de destruir, resultan infructuosos: le dan una muñeca Barbie y él la decapita, mientras dice: “Es normal”. Pero con paciencia y trabajo duro, la inocencia infantil resurge en su rostro, y parece que, después de todo, hay esperanza para él.

Sin embargo, la película resulta impactante y desgarradora por lo que no muestra de forma explícita: la situación de Ghazala. Vendida una docena de veces entre los miembros del Estado Islámico y usada como esclava sexual, está rota y llora constantemente. Centrada en sus hijos, no tiene tiempo de buscar ayuda para sí misma. Conserva la esperanza de que regrese su marido, y sólo sonríe cuando habla de su noviazgo y matrimonio.

Sanjavi tiene la valentía de tratar (y las habilidades para enmarcar) una historia tan devastadora sin sentimentalismos, centrándose en la crueldad de la situación de los protagonistas. Hay poco compromiso más allá de organizarlo en torno a una narrativa coherente y lineal mediante la edición de Eva Hillström: el espectador se enfrenta directamente a una experiencia impactante y dolorosa.

Cuando el director de fotografía, Heshmatolla Narenji, sigue a Imad con su cámara de mano para grabar su comportamiento mientras está solo, en el campo soleado y lodoso, capta las contradicciones de nuestro trágico héroe infantil, creando un impulso imparable. Para el espectador, el documental es como un tornado que le impide aferrarse a algo para no ser arrancado de su cómoda butaca del cine o del salón de su casa.

Imad's Childhood es una coproducción entre la compañía sueca AVB Production y la letona Fenixfilm, en colaboración con la cadena pública sueca SVT y la iraquí Rudaw TV.

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(Traducción del inglés)

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