10/07/2021 - CANNES 2021: Jean-Christophe Meurisse propone la película perfecta para una Proyección de medianoche, repleta de comedia y shocks

Honestamente, entrar en una sala de cine para ver Oranges sanguines [+lee también:
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entrevista: Jean-Christophe Meurisse
ficha de la película], sabiendo que se trata de una proyección de medianoche de Cannes, es probablemente lo mejor que se puede hacer. En la vida. La segunda película del director Jean-Christophe Meurisse (su ópera prima, Apnée [+lee también:
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ficha de la película], formó parte de la Semana de la Crítica en 2016) comienza como una peculiar comedia en la que una pareja de ancianos participa en un concurso de baile, con unos jueces muy apasionados, antes de convertirse en una comedia totalmente obscena y, finalmente, en una cinta política muy gráfica y atrevida que invita a la reflexión. Imagínense a Armando Iannucci haciendo una película de terror con Julia Ducournau, multiplicado por diez.

La introducción establece los cuatro hilos narrativos de la historia, que se entrelazan como una enredadera. Una pareja de jubilados (Lorella Cravotta y Olivier Saladin) participa en un concurso de baile porque necesitan dinero para pagar su hipoteca y no quieren pedírselo a sus hijos. Estas escenas presentan un tipo de comedia poco convencional. Por otra parte, el ministro de Finanzas (Christophe Paou) es sospechoso de evasión fiscal en una historia inspirada en el escándalo real de Jérôme Cahuzac, ministro del expresidente francés François Hollande. El hombre se mete en problemas cuando su coche se avería e intenta buscar refugio. Desgraciadamente, llama a la puerta equivocada, donde se encuentra con un loco (Frédéric Blin) que quiere mostrarle al infame político lo que piensa sobre él. Una joven adolescente (Lilith Grasmug) está intentando ligar con un chico tímido en una fiesta, pero este se comporta de una forma demasiado extraña en la cama como para ser el hombre de sus sueños. Al marcharse de la fiesta, tras haber perdido la virginidad, se mete en problemas. Finalmente, nos encontramos con un abogado (Alexandre Steiger) que está tratando de ascender en la escala social, avanzar en su carrera y demostrar su valía ante sus compañeros.

Se trata de cuatro momentos en la vida de distintas personas en la Francia actual. Combinados, aportan una visión engañosa de tres generaciones y una mezcla de clases sociales, lo que permite al director resaltar cómo actúan las estructuras de poder en Francia, así como en gran parte de Europa, para proteger a las élites. En este sistema, para el resto de la gente, ganar no significa justicia, sino sobrevivir.

A medida que avanza la película, hay escenas tan asquerosas y demenciales que incluso harían vomitar a los chicos de Jackass. Digamos que es mejor cenar antes de ver la película. A menudo, la violencia es de tipo sexual, lo que resultará especialmente impactante. Pero el auténtico golpe de gracia de Oranges sanguines es que el director consigue que esta violencia resulte divertida la primera vez, debido a quién es la víctima, pero cuando repite la misma violencia por parte del mismo perpetrador en una situación diferente, se convierte en una tragedia. De esta forma, Meurisse también consigue que el público se sienta culpable.

La película presenta muchos clichés del cine de terror, desde llamar a la puerta equivocada hasta los peligros de ser una mujer caminando sola por la calle, pero siempre esconden algo sorprendente. No hay ganadores ni perdedores, a pesar de que la película logra tener un final marcadamente político, presentando una fuerte crítica social. Todo esto obliga al espectador a cuestionar su propia moralidad de la forma más entretenida. Para aquellos que tengan estómago, esta puede ser la sorpresa del Festival de Cannes de este año.

Oranges sanguines es una producción de las francesas Rectangle Productions y Mamma Roman. Best Friend Forever se ocupa de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)