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CANNES 2021 Quincena de los Realizadores

Crítica: De bas étage

por 

- CANNES 2021: En su primer largometraje, Yassine Qnia pinta el retrato en sombras de un joven atracador en un callejón sin salida tanto existencial como sentimental

Crítica: De bas étage
Souheila Yacoub y Soufiane Guerrab en De bas étage

“No entiendo por qué te empeñas”. Es la constatación de una situación de fracaso y de un engranaje que mezcla orgullo, impotencia y vergüenza, y que el cineasta francés Yassine Qnia explora en su primer largometraje, De bas étage [+lee también:
tráiler
entrevista: Souheila Yacoub
ficha de la película
]
, estrenado en la 53ª Quincena de los Realizadores del 74º Festival de Cannes. Una película de observación de los suburbios parisinos, con sus pequeñas radas, sus zonas industriales, sus problemas de vivienda para los jóvenes y sus tentativas de ilegalidad que sustituyen sueños, y hacen que hasta los más simples parezcan inalcanzables. Una zona gris y de fatalismo encarnada por un personaje (un excelente Soufiane Guerrab) al acecho, un experimentado perforador de cajas fuertes con mucha sangre fría, pero cada vez más cercado por la reducción de sus horizontes, y que también intenta reconquistar a la mujer que ama y que cría sola a su hijo.  

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En su barrio de Aubervilliers, Mehdi es una figura a la antigua, un joven delincuente treintañero muy tranquilo que acepta de forma metódica los riesgos de su actividad criminal, al frente de un pequeño equipo que incluye a sus viejos cómplices, Thibault (Thibault Cathalifaud) y “el gordo” (M'Barek Belkouk"). El trío, que revienta las cajas fuertes de las compañías situadas en las zonas industriales desiertas por la noche, se enfrenta cada vez más a la televigilancia y a las alarmas, y cuando un golpe sale mal y “el gordo” es interpelado, no sólo aparece la paranoia, sino también la sentencia de muerte de una era: Thibault quiere irse a otro lugar (“Se acabó, ya somos mayores”) y “el gordo” ya tenía en mente el proyecto de abrir una pizzería. En cambio, para Mehdi, es un callejón sin salida, una pregunta muy profunda que no está preparado para responder, una desvalorización de la imagen que tiene de sí mismo y que quiere presentar a los demás, hasta el punto de que su pareja, Sarah (Souheila Yacoub), lo dejó hace dos meses y se llevó a su hijo pequeño porque estaba cansada de vivir, por falta de recursos económicos, en casa de su suegra, y se fue a casa de sus padres. Al acecho, más posesivo a medida que sus perspectivas se reducen, Mehdi intenta recuperar su relación amorosa, pero se aferra con obstinación a lo que ha sido, pero ya no es…   

De bas étage, un muy buen retrato en un estilo que recuerda a un Melville moderno, un matón enfurecido de la periferia, destaca en la reconstrucción de las atmósferas, en la frontera entre la luz y la sombra, gracias a un extraordinario trabajo de los contrastes firmado por el director de fotografía Ernesto Giolitti. El cineasta aprovecha para trazar un interesante cuadro social, pero la trama sentimental toma (sin desmerecer) una importancia desmesurada a medida que avanza la historia, algo que atenúa el impacto de un primer largometraje prometedor en su enfoque sutil de los tonos medios.  

De bas étage ha sido producida por Why Not y coproducida por Alba Pictures y Doha Film Institute. Wild Bunch International gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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