Crítica: Hinterland
por Giorgia Del Don
- El director austriaco Stefan Ruzowitzky, ganador del Óscar por Los falsificadores, ha estrenado su nueva película en la sección Piazza Grande de Locarno
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ficha de la película] sigue a un grupo de soldados que sobrevivieron a la Gran Guerra, después de haber sido encarcelados y torturados durante muchos años en un campo de prisioneros ruso. Una película impactante a nivel visual que juega con la forma digital para ofrecer decorados de un sabor marcadamente distópico. Pero este compromiso estético a veces lleva a la película a perderse en los meandros de una historia que puede ser descrita como demasiado reflexiva.
La película de Stefan Ruzowitzky, presentada en estreno mundial en la Piazza Grande del Festival de Locarno, narra el retorno de la Gran Guerra de un grupo de soldados que están agotados a nivel físico y psicológico. Brutalmente arrojados a una ciudad que ya no reconocen —Viena después del Imperio Astrohúngaro—, se sienten usados y traicionados por un sistema que les inculcó la idea de que la valentía, la virilidad y proteger a su país eran lo más importante. Obsesionados con imágenes de terror, y frágiles e incapacitados tanto a nivel físico como mental, deben aceptar la realidad: lo que el sistema les hizo creer era mentira. A pesar de creer que han tocado fondo, estos hombres pronto descubrirán que todavía pueden caer más bajo, directo a las profundidades infernales de una mente retorcida que los quiere a todos muertos.
En efecto, en Viena hay un maníaco que empieza asesinando a uno de estos hombres de manera sádica, antes de perseguir a otros exsoldados que formaron parte de un grupo muy especial que se enfrentó a un dilema de proporciones épicas, por decirlo de forma suave. Al frente de la investigación se encuentra el inspector Peter, que pertenece al grupo de prisioneros que regresan del frente y es interpretado por un Murathan Muslu duro como una roca. Junto a él, como si de un alter ego se tratase, encontramos a la intrigante Liv Lisa Fries, que interpreta a su colega patóloga, la doctora Körner. Entre homicidios atroces que encierran gran impacto visual, dudas existenciales ante la posibilidad de recoger los fragmentos de una vida que parece haber desaparecido y la lucha por librarse de una masculinidad tóxica que se ha convertido en una segunda piel, los protagonistas de Hinterland aletean como peces en un desierto (digital).
Hinterland fue descrita por el director del Festival de Locarno como “una experiencia visual única en el cine contemporáneo”. Innegablemente, los gráficos digitales usados para recrear las decadentes calles de Viena en los años 20 han dado como resultado una película de alto impacto, en especial cuando se proyecta en una pantalla como la de la Piazza Grande. Pero el director consigue de forma parcial su intención de resaltar el daño causado por la masculinidad tóxica. Aunque el tema de la masculinidad hegemónica, con sus reglas inmutables y su exaltación de una forma viril de valentía que parece brotar de la auténtica biología del “hombre” desempeña un papel central en la película, tiende a ser eclipsada por escenas que pueden resultar demasiado espectaculares, como la escena final en la azotea de la catedral vienesa. Hinterland, una película que se caracteriza más por la acción que por la introspección, triunfará entre los fanáticos de las emociones fuertes.
Hinterland ha sido producida por Freibeuter Film (Austria) y Amour Fou Luxembourg. Beta Cinema gestiona las ventas internacionales.
(Traducción del italiano)
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