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SEMINCI 2023

Crítica: El amor de Andrea

por 

- Manuel Martín Cuenca aborda otra vez los conflictos familiares, pero desde la perspectiva de una adolescente que demanda afecto paternal y no comprende el mundo de los adultos

Crítica: El amor de Andrea
Lupe Mateo Barrero en El amor de Andrea

La filmografía de Manuel Martín Cuenca está cruzada por la sombra de la familia, sus disfunciones y cómo estas afectan a sus miembros. Basta recordar títulos suyos como La mitad de Óscar [+lee también:
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–asentada sobre el incesto– o La hija [+lee también:
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–abordando el anhelo enfermizo de procrear– para demostrar que le interesa indagar en los mecanismos más turbios y desgarradores de esta estructura social a veces más tóxica que benefactora. Con El amor de Andrea [+lee también:
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da un paso más e incide en la demanda de afecto, un sentimiento que no siempre va implícito en las relaciones paternales. La película compite por la Espiga de Oro en la 68.ª Seminci - Semana Internacional de Cine de Valladolid y pronto lo hará en la competición principal del Festival Black Nights de Tallin, en su estreno internacional.

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En ella presenta a la chica del título, una adolescente que se ocupa de sus hermanos más pequeños mientras su madre trabaja. Al mismo tiempo busca a su padre, quien hace años abandonó el hogar y fundó otra familia en otra localidad, no llegando a entender por qué no se relaciona con ellos, cuando su recuerdo de infancia le trae a la memoria a un buen progenitor.

De este modo, Martín Cuenca, confiando en la actriz debutante Lupe Mateo Barrero, retrata su profunda melancolía: es una muchacha que busca un amor del “pater familias” que no recibe y que debería sentir. Su joven mente aún no entiende los mecanismos que conducen a los adultos a romper uniones, ser contradictorios y, sobre todo, a no cumplir promesas, obligaciones y deberes. Se siente traicionada, confundida y triste, y por eso no acaba de entablar relaciones estrechas con su mejor amigo y se refugia en su cuaderno –donde escribe notas que nunca leeremos– y en la lectura de Juan Salvador Gaviota, novela superventas de Richard Bach, publicada en los años setenta, sobre un ave que se distancia de las demás en búsqueda de libertad.

Con un estilo naturalista, una sensible banda sonora compuesta por el grupo pop Vetusta Morla y el paisaje de la ciudad andaluza de Cádiz como escenario reconocible –con su viento, sus playas y atmósferas–, El amor de Andrea habla de conflictos internos desde lo sencillo. Los actores no profesionales, la luz natural y su ritmo tranquilo ayudan a entender la psicología de una adolescente prematuramente madura que ha de ejercer de madre más que de hermana, pero a quien le recuerdan continuamente que sigue siendo menor de edad.

Pero el gran acierto de este largometraje reside en abordar el difícil e incómodo asunto de las familias tóxicas: cómo la falta de cariño verdadero condiciona profundamente a los más jóvenes y puros, víctimas indefensas y colaterales de unas acciones adultas conflictivas que no llegan a entender, pero con las que no tienen otra opción que convivir (y aceptar).

El amor de Andrea es una película hispano-mexicana de las españolas La Loma Blanca PC, Lazona, El Amor de Andrea AIE y Nephilim Producciones en coproducción con la mexicana Alebrije Cine y Vídeo. De su distribución en España y de sus ventas internacionales se ocupa Filmax.

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