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LA ROCHE-SUR-YON 2021

Crítica: Land of Dreams

por 

- Shirin Neshat y Shoja Azari introducen a Sheila Vand, Matt Dillon y William Moseley en un relato al borde de la sátira surrealista sobre la identidad y las derivas de los Estados Unidos

Crítica: Land of Dreams
William Moseley, Sheila Vand y Matt Dillon en Land of Dreams

“¿Alguna vez has visto volar a un ruiseñor en la oscuridad de la noche? Sólo vuela de noche cuando le han destrozado el nido o no lo encuentra. Así, se convierte en una presa para el búho”. Entre los últimos guiones que firmó el añorado Jean-Claude Carrière figurará en buena posición este Land of Dreams [+lee también:
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, una obra donde las tendencias satíricas y surrealistas del gran cómplice de escritura de Luis Buñuel encuentran un territorio de expresión muy acogedor, envuelto en una atmósfera “lyncheana” creada por el dúo de cineastas iraníes (afincados en Estados Unidos) Shirin Neshat - Shoja Azari. Una película a la vez lúdica y seria, limpia y comprometida, que se estrenó el mes pasado en el programa Orizzonti Extra de la Mostra de Venecia (donde Shirin Neshat obtuvo el premio a la puesta en escena en 2009 con su primer largometraje, Women without Men [+lee también:
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, y presentó À la recherche d'Oum Kalthoum [+lee también:
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entrevista: Shirin Neshat
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en la Giornate degli Autori 2017), y ayer se proyectó en el 12º Festival Internacional de Cine de La Roche-sur-Yon.

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“Nosotros recogemos los sueños de las personas”. Simin (Sheila Vand, vista en la serie Snowpiercer) trabaja para un organismo gubernamental de censo, pero su puerta a puerta tiene un objetivo poco habitual: registrar un informe del último sueño de sus entrevistados. ¿Por qué? Ella no lo sabe y se contenta con obedecer las órdenes y transferir los archivos de audio al servidor del edificio ultra moderno de su empleador, mientras proporciona, si es necesario, la única explicación oficial de la que dispone: “es por su seguridad”.  

La bella y rigurosa Simin, que vive una vida casi monacal, siente una fascinación secreta por estos recuerdos oníricos hasta el punto de recrearlos, disfrazada, metamorfoseada (pelucas, maquillaje y disfraces), por la noche en su casa, como una actriz, y de hacer circular pequeños vídeos en las redes sociales. Pero también es una exiliada iraní de larga data, originaria de Shiraz, cuya memoria sensible será revelada de forma catártica por una misión todavía más especial en su trabajo como censadora de sueños. Todo esto bajo la mirada de dos hombres muy diferentes que la acompañan a todas partes: el cínico Alan (Matt Dillon), encargado de protegerla, y el poeta Mark (William Moseley), que está enamorado de ella.  

Sin esconder sus intenciones políticas (sobre todo en una anécdota contada en un bar: un joven inmigrante es el único de su clase que conoce a los autores de famosas frases de la historia de Estados Unidos: “¡Dadme la libertad o dadme la muerte!”, “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”) y las derivas liberticidas de las tecnologías de vigilancia, Land of Dreams recorre la delgada línea que separa los sueños de la realidad, examinando como un fotógrafo las rarezas y la esencia de la vida. Una distancia voluntaria amplificada por una puesta en escena muy perfeccionada que genera un ambiente curioso un poco flotante, ya que en el “mundo de los sueños no hay reglas” y es inútil querer controlar, aunque contenga todo el poder del miedo y de la recuperación.

Land of Dreams ha sido producida por la compañía Bon Voyage Films (Alemania) y la Palodeon Pictures (Estados Unidos). Beta Cinema gestiona los derechos.

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(Traducción del francés)

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