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TRIESTE SCIENCE+FICTION 2021

Crítica: Vampir

por 

- El actor serboalemán Branko Tomović debuta como director con una atmosférica y espeluznante película de terror de bajo presupuesto

Crítica: Vampir
Branko Tomović en Vampir

Aquellos aficionados que piensan en A Serbian Film al hablar de cine de terror, deberían ver Vampir [+lee también:
tráiler
entrevista: Branko Tomović
ficha de la película
]
. El debut del actor Branko Tomović como director se estrenó mundialmente en Sitges y ahora también en cines nacionales, además de proyectarse en el Trieste Science+Fiction Festival. Sin embargo, los cinéfilos que prefieren las películas atmosféricas y espeluznantes al terror y el gore deberían tomar nota de esta película que, pese a su bajo presupuesto, cuenta de forma aterradora un mito donde tuvo lugar el rodaje.

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Arnaut (Tomović), de padres serbios, creció en Alemania pero acaba instalándose en  Rujišnik, un pueblo del centro de Serbia. Al principio de la película, nos preguntamos por qué quiere ser el guardián del viejo cementerio que hay cerca de la casa que alquila a una descarada cuarentona llamada Vesna (Gorica Regodi). Sin embargo, conforme esta avanza acabamos descubriendo que realmente huye de alguien peligroso.

Apenas Arnaut se empieza a lavar los dientes bajo la cálida luz del baño y escupe sangre, ya empiezan a producirse una serie de sucesos extraños. Por la noche, mientras busca en el pueblo algún sitio para cenar llega a lo que podría ser una especie de taberna. Sin embargo, no hay comida y los aldeanos van vestidos de negro y están sentados en silencio con las copas medio llenas aparentemente de vino tinto. Un grupo de personas baila en círculo al son de un espeluznante gusle, un instrumento tradicional de una cuerda. Normalmente, estas actuaciones folclóricas son todo sonrisas y mejillas sonrosadas, pero aquí bailan en la penumbra y apenas se distinguen sus rostros.

Al día siguiente, Arnaut compra pan, huevos y carne y al disponerse a hacer el desayuno se da cuenta de que se ha podrido todo. De la nada, un aldeano viene y le invita a comer y, cuando llega, resulta que es el único que está comiendo. Mientras está sentado en la mesa, ve algo al otro lado, algo oculto al público. Asustado, pega un salto y se marcha.

Todas las noches, Arnaut tiene sueños perturbadores —¿o quizás no son sueños?—, que son cada vez más escalofriantes. La leyenda de la pantalla serbia Eva Ras protagoniza uno de ellos, donde tortura a alguien de una manera poco común. Tras el fracaso al intentar abandonar el pueblo, nuestro héroe visita la iglesia local donde el joven cura (Joakim Tasić) parece no ser plenamente consciente de lo que pasa en su parroquia. Sin embargo, este decide ayudar a Arnaut.

El bajo presupuesto de Vampir es evidente, pero también lo es el talento de Tomović para construir una atmósfera con tan escasos medios. La casa en la que se aloja el personaje está siempre oscura, envuelta en sombras y cuando Arnaut encuentra un libro que contiene fotos en blanco y negro de personas aparentemente dormidas, comienza a tener un aire aún más angustioso. El gusle de Mark Ashworth es muy desagradable al oído y no llega al máximo efecto cuando entra en acción. La fotografía de Heath McWaters capta visceralmente la inspirada escenografía de la naturaleza que rodea el viejo cementerio convirtiendo este lugar, objetivamente bello, en un lugar deprimente y rodeado de un enfermizo y amenazador.

Vampir es una coproducción de la británica Red Marked Films, la serbia Dinaric Alps Productions y la alemana Vickermann Films, mientras que Reel Suspects se encarga de los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés)

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