Crítica: A criança
por Teresa Vieira
- Marguerite de Hillerin y Félix Dutilloy-Liégeois ofrecen un punto de vista contemporáneo en una película de época sobre la complejidad de las emociones humanas
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ficha de la película], el primer largometraje de Marguerite de Hillerin y Félix Dutilloy-Liégeois, está basado libremente en “The Foundling”, de Heinrich von Kleist. Protagonizada por João Arrais en el papel de Bela, un huérfano adoptado por una pareja aristocrática franco-portuguesa, la película se centra principalmente en las relaciones de este personaje: con sus padres adoptivos, sus amigos, su amante y con las personas que trabajan para él y su familia. La cinta retrata, con movimientos cinematográficos apoyados en lo emocional y lo psicológico, la historia de un joven que parece encontrarse en un momento de autodescubrimiento, así como en el epicentro de las dinámicas de su familia. Estos movimientos se vuelven más profundos a medida que se revelan los arcos narrativos de otros personajes: si pudiésemos comparar el hecho de pelar una naranja o las capas de una cebolla con el enfoque de una película, este sería uno de esos ejemplos. A medida que descubrimos a todas estas personas, llegamos a comprender la complejidad de sus historias y todo lo que se esconde bajo la superficie.
Seleccionada en la Competición Tigre del IFFR, A criança está ambientada en el rural portugués del siglo XVI, una época dominada por las tradiciones religiosas y conservadoras del país. No obstante, destaca el aire contemporáneo de la película. Desprovista de todos los adornos innecesarios que habitualmente nos encontramos (e incluso esperamos) en este tipo de dramas históricos, que pueden convertirlos en una caricatura de una teatralidad exagerada en lo que se refiere a los diálogos, la fotografía y la puesta en escena, la película nos permite conectar realmente con sus personajes, interpretados de forma brillante por todo el reparto. Podemos captar el ambiente histórico y social de la película de una forma más natural y familiar, mientras disfrutamos de los hermosos diseños que lleva cada personaje. El enfoque de los directores también evita la clásica mirada heteronormativa y monógama. Los padres adoptivos de Bela tienen una relación poliamorosa: su padre mantiene una relación abierta con su amigo Jacques, mientras la madre de Bela está emocionalmente comprometida con un fantasma del pasado. El hecho de que el protagonista sea un hombre cis que lleva por nombre el femenino de la palabra portuguesa "hermoso" se convierte en un pequeño detalle que se suma (aunque sea ligeramente) a esta actitud inconformista.
Podemos intuir una comprensión profunda sobre cómo los espacios, la luz y la fotografía pueden enriquecer inevitablemente una película. Cada frontera física transmite un sentimiento de separación entre lo idealizado o desconocido y lo “real” o revelado. Si bien la paleta de colores de algunas escenas exteriores diurnas parece carecer de un poco de ternura y calidez, las imágenes nocturnas son estéticamente asombrosas. La red de tramas se enreda cada vez más a lo largo de la película y, gracias a un montaje limpio y bien planteado, la película logra mostrar no solo la creación de dichos nudos narrativos, sino también resaltar cómo el proceso de vivir como un ser humano puede ser exactamente así: una mezcla constante de emociones.
En el paraíso aislado en el que se ambienta la película, los directores se acercan a sus protagonistas a un ritmo apropiadamente lento, creando un retrato inesperado, inquietante y hermoso de una familia y del amor, pero también de la falta de comunicación, la tristeza, el dolor y sobre todo la tragedia, que parece prevalecer de forma inevitable. No puede haber un final feliz en esta película (ni en la vida), solo un sublime fluir humano de encuentros y momentos en los que aprendemos a existir, para bien o para mal.
A criança es una producción de Leopardo Filmes, coproducida por Alfama Films, con el apoyo del ICA, el Ministerio de Cultura de Portugal y la RTP.
(Traducción del inglés)