07/02/2022 - El primer largometraje de Alberto De Michele intenta deconstruir la idealizada imagen de la mafia italiana, pero el resultado es agotador y no consigue enganchar

El primer largometraje de Alberto De Michele, The Last Ride of the Wolves [+lee también:
entrevista: Alberto De Michele
ficha de la película], es una de las películas que forman parte de la sección Bright Future en el Festival de Róterdam (que se celebra este año del 26 de enero al 6 de febrero). La historia se centra en Pasquale De Michele (que se interpreta a sí mismo, o tal vez a una versión ligeramente ficcionada de sí mismo), un viejo mafioso que ha perdido su fortuna apostando. El hombre decide organizar un último gran golpe, para lo cual reúne a "Los lobos", un grupo de feriantes del norte de Italia que también trabajan como ladrones. Los espectadores no deberían esperar un drama criminal: no hay acción ni tensión. Por el contrario, se trata de una película muy dialogada, en la que Pasquale pasa la mayor parte del tiempo hablando con su hijo Alberto, quejándose (demasiado) y reuniéndose con algunos posibles socios para preparar el robo.

Este crítico es italiano, y muy consciente de lo mucho que se ha estereotipado, romantizado y tergiversado la imagen de la mafia en el cine, las series y la literatura durante el último siglo. En este sentido, la propuesta de De Michele es encomiable, pero lo cierto es que hay muy poco encanto en la vida real y cotidiana de los delincuentes de poca monta del norte de Italia. Especialmente, cuando se trata de planear el robo de una furgoneta de seguridad que transporta 12 millones de euros en efectivo. Del mismo modo, desgraciadamente, también hay poco encanto en esta película.

Aunque la presencia de actores no profesionales (Pasquale y el propio director, que interpreta a su hijo y asegura que la historia está basada en hechos reales) puede aportar algunos rasgos únicos de autenticidad (que están presentes en momentos excepcionales), la falta de un guion o de diálogos coherentes genera en el espectador la sensación de que está viendo a los actores divagar e improvisar siguiendo una orientación vaga. Aparte de esto, la falta de dinamismo no ayuda en absoluto. La mayoría de las escenas están rodadas dentro del coche, desde el punto de vista de cámaras escondidas. Las pocas secuencias ambientadas fuera del vehículo adoptan un enfoque documental, alternando entre planos estáticos y breves paseos de seguimiento con la cámara en mano. Ninguno de los otros personajes destaca especialmente; simplemente aparecen y desaparecen.

Hacia el final de la película, podríamos identificar un breve momento de revelación, en el que Pasquale le cuenta a Alberto algunas verdades importantes sobre su vida familiar y su pasado traumático. Puede que esta escena llegue en el momento adecuado, pero es el mejor ejemplo de cómo los actores no profesionales necesitan una dirección minuciosa, ya que el resultado final resulta torpe y sobreactuado.

La película comienza con una premisa atractiva, pero acaba siendo una experiencia muy agotadora con la que es difícil conectar. El territorio híbrido que explora De Michele podría haberse beneficiado de una elección más audaz, ya sea realizar un documental (auto)biográfico o escenificar un drama psicológico basado o inspirado en hechos reales, con actores profesionales interpretando sus papeles, evitando algunos problemas serios de ritmo y puliendo los diálogos. Tal y como se presenta, The Last Ride of the Wolves no es ninguna de estas cosas, y ciertamente no es nada nuevo.

The Last Ride of the Wolves es una coproducción entre los Países Bajos e Italia,  producida por la neerlandesa Halal y la italiana Jolefilm. Gusto Entertainment se encarga de la distribución en los Países Bajos.

(Traducción del inglés)