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MONS 2022

Crítica: Juwaa

por 

- Nganji Mutiri firma un retrato íntimo de reencuentros obstaculizados por la historia, la ausencia y lo no dicho, entre una madre y su hijo, entre Bruselas y Kinshasa

Crítica: Juwaa
Edson Anibal y Babetida Sadjo en Juwaa

Amani tiene 10 años cuando es separado de su madre Riziki, periodista política, debido a los sucesos violentos en Kinsasa, donde muere su padre. Diez años más tarde, llega a Bruselas para continuar sus estudios, y por la fuerza de las circunstancias, se reencuentran. Pero a él le resulta imposible trazar una línea sobre los diez años de ausencia, vividos como un abandono. El joven que no se encuentra a sí mismo va a perderse poco a poco, incapaz de recuperar el vínculo con una madre a la que considera dimisionaria e infiel.  

Juwaa, proyectada en preestreno europeo en el Festival de Mons después de haber sido presentada en preestreno mundial en Fespaco, es el primer largometraje de Nganji Mutiri, artista polifacético originario de Bukavu, instalado en Bruselas. Actor, fotógrafo y escritor, dirigió algunos cortometrajes antes de lanzarse a la aventura del largometraje, en el marco de una convocatoria para proyectos de bajo presupuesto, lanzada por el Centre du Cinéma et de l’Audiovisuel de la Fédération Wallonie Bruxelles, que financia películas producidas con una economía modesta, integrando de forma artística estas restricciones, a través de una cierta unidad de lugar y de tiempo, y un número restringido de personajes.  

Así, Juwaa se centra en la trayectoria de Amani, el paso a dos que su madre intenta entablar con él. Nganji Mutiri se pregunta y nos pregunta, ¿cómo restaurar el vínculo filial y maternal más allá de la ausencia y de la distancia? ¿Cómo reanudarlo cuando reinan las palabras no dichas y cuando la verdad todavía debe ser revelada?

Amani no conoce los motivos de la partida de su madre. Conoce el duelo, la muerte, la sangre. Pero, ¿qué sabe él de lo que ella huyó en realidad? Periodista política, escapó por poco de la muerte que no perdonó a su marido, el padre de Amani. Quedarse era poner a su hijo en peligro. Partir con él, desarraigarlo.

Pero las buenas razones a veces son solubles en el tiempo. Cuando Amani encuentra a su madre, ella ha rehecho su vida, se ha reinventado, sin él, que todavía lucha por inventarse. Esta relación distendida va a dar paso a otras relaciones potencialmente tóxicas. Juwaa se concentra sobre este nudo relacional traumático, y sus consecuencias en la vida de Amani. Esta relación conflictiva crea problemas en todas sus otras relaciones. En torno a esta pareja gravitan otros personajes, familia, amigos, amantes, que destacan el aspecto disfuncional de la relación primaria, la relación matricial, que define la relación con el mundo.  

Con pocos medios (y tiempo, que a veces se puede sentir a través de una necesidad de querer decir demasiadas cosas y perderse en tramas secundarias), pero con un agudo sentido de la imagen y de la dirección artística, Nganji Mutiri pone en escena a su pareja madre-hijo, cuestionando de paso la identidad negra, compartida entre dos continentes, y sus muchas maneras de vivir su identidad. La película está protagonizada por dos actores que invirtieron mucho en su papel: Edson Anibal, en su primer gran papel, interpreta con precisión la ambivalencia de un hombre joven que busca su lugar como hombre y como hijo; y Babetida Sadjo, vista recientemente en la serie de Netflix Into the Night [+lee también:
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, y a quien nos alegramos de volver a ver en una película belga después de Waste Land [+lee también:
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, de Pieter Van Hees en 2014.

Juwaa ha sido producida por Dancing Dog Productions.

(Traducción del francés)

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