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VISIONS DU RÉEL 2022 Competición

Crítica: Chaylla

por 

- Clara Teper y Paul Pirritano firman una poderosa ópera prima sobre una joven madre que lucha por liberarse de los abusos de un compañero alcohólico y violento

Crítica: Chaylla

Estrenada mundialmente en la Competición Internacional de largometrajes del Visions du réel 2022, Chaylla es una de esas películas que te conmueven profundamente, capaces de despertar emociones insondables con (aparente) sencillez, creando una conexión y solidaridad inmediatas entre sus protagonistas (en este caso, la magnética y valiente Chaylla) y el público. Gracias a un enfoque tan empático como extremadamente preciso, que recuerda inevitablemente al de los hermanos Dardenne, Clara Teper y Paul Pirritano consiguen dar forma a las angustias y al dolor de su protagonista, dejando que se exprese libremente y sin caer nunca en el patetismo.

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La historia de Chaylla se desarrolla en Lens, un pequeño pueblo en el norte de Francia. Cuando los cineastas empiezan a seguirla (lo que harán durante cuatro años), la joven tiene solo veintitrés años, pero muchas malas experiencias a sus espaldas: una infancia como la de muchos "niños de las DDASS" (a cargo de los servicios sociales), que no deja espacio para los sueños, y sobre todo un compañero violento y alcohólico del que intenta apartarse después de que acabe con la poca autoestima que le quedaba. Chaylla comparte su día a día con Melvin, su hijo de cuatro años que padece mucoviscidosis, al que pronto se unirá Warren, fruto de un breve encuentro con su pareja.

Aunque la necesidad de separarse definitivamente del padre de sus dos hijos se vuelve cada vez más urgente, la nefasta influencia que ejerce sobre ella, a través de una triste masculinidad tóxica, la llevan a retrasar cada vez más su decisión. Durante el largo y doloroso proceso de separación, los sueños de "normalidad" desaparecen definitivamente, para dar paso a otras verdades más modestas, pero también más sólidas y tiernas, como la profunda amistad con Pauline y Babette, con la que termina la película. Una conclusión que, en realidad, no lo es tanto, ya que las profundas cicatrices que deja la violencia (tanto física como psicológica) son como surcos que pueden suavizarse, pero que nunca llegan a desaparecer.

La cámara se acerca a la protagonista con una modestia y determinación que reflejan su propio temperamento. Aunque las discusiones son dolorosas y la vida cotidiana deja poco margen para la esperanza, la cámara nunca abandona a Chaylla, a menudo encuadrándola a través de primeros planos (el magnetismo de su rostro y la resignada determinación de sus ojos son increíbles) o filmando su cabeza de espaldas, con un aire infantil y expuesta al viento, que mueve su pelo corto y parece empujarla hacia delante a pesar de todo.

La película también subraya la importancia de la sororidad y el apoyo entre mujeres en un contexto donde el binarismo de género lo impregna todo hasta las últimas y más terribles consecuencias, donde la masculinidad se expresa casi exclusivamente a través de la ira y la frustración, donde las mujeres son la única salida a una cotidianidad que lo aniquila todo y a todos. Aunque el príncipe azul sigue siendo el protagonista de los sueños de Chaylla y su mejor amiga Pauline, esto se convierte cada vez más en un vicio (problemático), que deja espacio para amistades tiernas y profundas, un terreno fértil sobre el que la protagonista puede comenzar a reconstruirse.

Chaylla es una producción de Novanima Productions.

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(Traducción del italiano)

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