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LAS PALMAS 2022

Crítica: Los caballos mueren al amanecer

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- Con la elaborada segunda película de Ione Atenea a uno le entran ganas locas de volver a jugar a las películas, como hacíamos cuando éramos niños

Crítica: Los caballos mueren al amanecer

Últimamente varios trabajos audiovisuales han construido sus tramas a partir de material casualmente encontrado o legado: en esa línea se sitúan, por ejemplo, el cortometraje Una historia para los Modlins, de Sergio Oskman, premiado con el Goya en 2012; My Mexican Bretzel [+lee también:
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, se suma a esta corriente del cine ¿documental? Su directora, coguionista (junto a la montadora Diana Toucedo) y cámara es Ione Atenea, quien debutó en el largometraje con Enero [+lee también:
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(film basado en sus abuelas) y que acaba de triunfar en la sección Panorama España de la 21 edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria con esta película centrada en la vida de los hermanos García.

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En la casa de esa familia ha construido la propia Atenea la suya, y confrontando aquella con la actual ha plasmado en Los caballos mueren al amanecer no sólo el paso del tiempo, sino también ha resucitado la historia de los García, condenada a perderse como lágrimas en la lluvia si la cineasta no la hubiera convertido en esta sensible y sorprendente pieza de orfebrería cinematográfica. Para ello ha ordenado, investigado y dado forma a los archivos encontrados allí: desde revistas hasta grabaciones en cinta de casete, además de fotografías, objetos personajes, cartas, muñecas, muebles, escritos y, sobre todo, grabaciones fílmicas de las películas que Rosa, Antonio (que trabajó para la desaparecida editorial Bruguera) y Juan recreaban para su propio recreo.

Porque, siendo adultos, esos tres hermanos interpretaron, ataviados con trajes siderales, del oeste o de gánsteres, sus propias versiones de películas de estos géneros, echándole a la tarea mucha ilusión, energía y osadía. Buena parte de ese resultado abre, cierra e ilustra este retrato que Atenea pinta en su película de esta familia de Barcelona que supo escapar de los límites sociales gracias a la fantasía.

Y la cineasta –con su voz en off– completa con ideas de cosecha propia sus vacíos de información, erigiéndose este largometraje en un cariñoso y respetuoso canto al talento artístico anónimo, a la libertad creativa y al poder de la imaginación para viajar más allá de los muros de una casa o una existencia cercada por una dictadura política y una sociedad machista.

Una vivienda ahora ocupada por la nueva familia –con inquietudes similares– de la cineasta, quien ha demostrado poseer la sensibilidad para resucitar a unas personas alucinantes que parecían condenadas a un injusto olvido, convirtiéndose así en la heredera espontánea y voluntaria, no sólo de ese material, sino también en una continuadora, con esta película, de aquellos “juegos de cine” que los hermanos García llevaron hasta límites dignos de ser contemplados en una pantalla.

Los caballos mueren al amanecer, que inauguró la pasada edición del festival Punto de Vista y este fin de semana participará en el D’A de Barcelona, es una producción de Hiruki Filmak y Zazpi T’erdi.

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