Crítica: El caftán azul
- CANNES 2022: El segundo largometraje de Maryam Touzani es una conmovedora, poética y estupendamente interpretada historia de amor, muerte y miedo
Quelle surprise! El segundo trabajo de Maryam Touzani, El caftán azul [+lee también:
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ficha de la película], escrito al alimón con su marido, Nabil Ayouch, y que se estrena en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, es sin duda uno de los títulos más llamativos de la edición de este año.
La acción se enmarca en una de las medinas más antiguas de Marruecos, en la que una pareja que pasa ya de los cincuenta, Halim (Saleh Bakri, visto recientemente en Amira y Costa Brava, Líbano [+lee también:
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ficha de la película]) y Mina (Lubna Azabal), regentan una tienda de caftanes tradicionales y se esfuerzan por responder a las peticiones de sus clientes. Con el fin de dar salida a los pedidos, deciden contratar a un joven aprendiz, Youssef (Ayoub Messioui). Elaborar en concreto un caftán azul es el encargo de mayor valor y requiere mucho esfuerzo.
Seguimos de cerca la vida de la pareja, tanto dentro como fuera de la tienda. Llevan una existencia tranquila y modesta, basada en las pequeñas alegrías como por ejemplo comer mandarinas o salir a pasear juntos. Mientras, vemos cómo Youssef muestra un verdadero interés en su trabajo y cómo va cogiendo cada vez más cariño a Halim, que parece confiar en sus destrezas. Mina, por el contrario, se muestra más escéptica y llega a acusarlo de robar satén rosa del taller.
Con mucho tacto y grandes dosis de dulzura vamos profundizando en sus respectivas almas. El vínculo entre Halim y Youssef es cada vez más fuerte y va involucrando a Mina, cuya salud parece correr verdadero peligro. Uno de los temas vertebrales es la superación de los miedos ocultos y de los deseos reprimidos, y el guion de Touzani y Ayouch, que rebosa verdad y empatía, lo saca a la luz con gran belleza.
Técnicamente hablando, la película de Touzani es impecable. La fotografía de Virginie Surdej, tremendamente envolvente, funciona a las mil maravillas al jugar con los claroscuros y con los rincones más recónditos del taller, de las calles de la medina y del piso de la pareja. Los cuerpos y los rostros también están grabados con una sensibilidad extrema y aportan credibilidad e intensidad a las escenas más íntimas del metraje. La paleta de colores se compone principalmente de tonos “tierra” (marrón claro, café, ocre y amarillo oscuro), lo que encaja con la naturaleza terrenal de este trabajo y crea un agradable contraste visual con el azul del caftán y las tonalidades brillantes de otras prendas cosidas por los personajes del taller.
El cierre del arco narrativo es un ciclón de emociones. Esta historia de amor, muerte y miedos toca la fibra sensible de los espectadores a través de un diálogo sobrio, una puesta en escena controlada y unas interpretaciones excelentes. Bakri se mete en la piel de un hombre frágil muy sensible al amor y al afecto, pero también al pasado y al presente; Azabal pinta el conmovedor retrato de una mujer fuerte y comprensiva y Messioui construye un personaje cautivador cuyo aspecto y gestos hablan por sí solos.
En su conjunto, el primer trabajo de Touzani es una película valiente hecha con amor y mimbres sencillos. Plantea importantes cuestiones sobre qué es el amor, cuáles son sus formas de expresión y por qué es el motor de nuestra existencia. Ojalá este gran largometraje se lleve el reconocimiento que se merece en el circuito del festival y más allá.
El caftán azul es una producción de la francesa Les Films du Nouveau Monde, la danesa Snowglobe, la belga Velvet Films y la marroquí Ali n’ Productions. Sus ventas internacionales están en manos de Films Boutique.
(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)
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