CANNES 2022 Quincena de los Realizadores
Crítica: Fuego fatuo
por David Katz
- CANNES 2022: Lo nuevo del portugués Joāo Pedro Rodrigues es un musical fantástico y queer sobre un rey moribundo, sugerentemente ambientado en el año 2069
Folclore, ecologismo, deseo queer y coreografías musicales al estilo Hollywood. Todo esto se combina en el breve pero deslumbrante largometraje de João Pedro Rodrigues, que regresa a la Quincena de los Realizadores de Cannes tras su última obra, O Ornitólogo [+lee también:
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entrevista: João Pedro Rodrigues
ficha de la película], presentada en Locarno. Las películas con este tipo de descripciones seductoras son habituales en los catálogos de festivales, pero casi siempre acaban decepcionando. Sin embargo, Fuego fatuo [+lee también:
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ficha de la película] está a la altura de esta estimulante presentación, mientras que debajo de su agradable superficie se esconden muchas ideas que invitan a la reflexión. Por otra parte, con una duración de apenas 67 minutos, también recibe el reconocimiento festivalero de "breve pero buena", que Quentin Dupieux parecía atesorar de forma indiscutible, como el Paris Saint-Germain o el Manchester City, que nunca abandonan sus títulos de liga.
Empezamos en la cama, aunque esta vez con un solo ocupante entre las sábanas. En el universo de Rodrigues, se ha restaurado la monarquía portuguesa, y el rey Alfredo (Joel Branco) yace enfermo en su lecho de muerte, acompañado solo por sus lamentos y recuerdos. A continuación, el tiempo salta hacia atrás, desde 2069 hasta 2011, donde vemos a un joven Alfredo (interpretado aquí por Mauro Costa), vestido con un jersey de uniforme escolar, deambulando por un frondoso bosque de pinos cerca de la costa, el mismo lugar desde el que zarpaban hace siglos los barcos que establecieron el imperio portugués. Rodrigues comienza entonces con su superposición de imágenes, donde los gruesos y altos troncos de los árboles resuenan con una sexualidad escondida. Unos troncos que también deben preservarse contra las amenazas de los incendios forestales provocados por el calentamiento global. Posteriormente, en un falso bloque amateur que recuerda a Los caballeros de la mesa cuadrada, un grupo de niños cantan el tema infantil de los 80 "Uma Arvore, Um Amigo" (literalmente, "Un árbol, un amigo"), mientras saltan enérgicamente entre los troncos de los árboles con sus rostros angelicales, evitando que resulte empalagoso.
A continuación, Rodrigues salta a la parte principal de la historia, con un tono para adultos, que parece pensada para satisfacer la mirada masculina gay. Evocando al basurero protagonista de su ópera prima, Phantom [+lee también:
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ficha de la película] (2000), Alfredo quiere convertirse en bombero, pero esta aspiración se ve frustrada por su origen aristocrático, así como la protección y salvación que podría brindar a la naturaleza que tanto ama. Por no hablar del entorno de trabajo exclusivamente masculino y en buena forma física. Alfredo genera cierta química con Afonso (André Cabral), y tras un juego previo de cortejo en el que este último y sus compañeros del cuerpo de bomberos representan poses de artistas transgresores como Caravaggio y Francis Bacon (avergonzando a Alfredo, un joven menos culto y en cuya residencia familiar luce una pintura repleta de estereotipos raciales de José Conrado Rosa), el momento de placer íntimo tiene lugar en la utopía verde del bosque, con representaciones sexuales que rozan directamente el porno gay.
A pesar de estar rodada de forma deslumbrante, en sintonía con las preocupaciones actuales sobre el colonialismo y el clima, a medida que la película llega a su fin, nos preguntamos cómo va a encajar todo, o si resultará demasiado superficial. Aquí es donde Rodrigues regresa felizmente al futuro, invocando la posición sexual a la que hace referencia el año, atando todos los cabos sueltos y convirtiendo la película en una historia de amor queer arquetípica, en un sentido más anticuado, que destila una reflexión inquietante sobre una vida de deseos sexuales insatisfechos.
Fuego fatuo es una coproducción entre Francia y Portugal, producida por House on Fire, Terratreme y Filmes Fantasma. Films Boutique se ocupa de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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