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TRIBECA 2022

Crítica: Pink Moon

por 

- Con una ópera prima perfectamente transparente, Floor van der Meulen se sumerge con sutileza y sin gravedad excesiva en el tema del respeto a la libertad en la decisión de vivir o morir

Crítica: Pink Moon
Johan Leysen y Julia Akkermans en Pink Moon

"Te quiero, pero tengo algo que decirte y espero que respetes mi decisión, aunque no te guste. He decidido que mi próximo cumpleaños será el último". Jan tiene 74 años y goza de buena salud cuando les comunica a sus hijos, atónitos, su decisión, cuidadosamente meditada, de poner fin a su vida ("porque todavía estoy bien, pero no quiero depender de vosotros ni de los médicos ni de nada parecido; llevo varios años pensando en ello"). El tema de la eutanasia se pone sobre la mesa desde el principio y se trata con mucha inteligencia y sensibilidad (sin patetismo mortificante, pero evidentemente con toda su connotación) por la directora holandesa Floor van der Meulen en Pink Moon [+lee también:
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, su primer largometraje de ficción, que tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Tribeca en la competición de Narrativa Internacional.

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"Ahora puedes hacerte a la idea. El muy tranquilo y decidido Jan (el belga Johan Leysen) ya lo ha planeado todo: el plazo en dos meses, el producto necesario (un polvo) y, por supuesto, el protocolo. Para sus dos hijos, en cambio, es naturalmente una historia diferente. El hijo, Ivan (Eelco Smits), tras exigir una explicación ("No lo entiendo en absoluto. Estás sano, tienes a Iris, me tienes a mí, no estás en silla de ruedas, haces de canguro todos los martes, tienes nietos, vives en una casa fantástica, eres independiente. ¿Por qué?") opta por respetar los deseos de su padre ("estoy harto de vivir") y participa en la organización del evento casi como si se tratara de un proyecto empresarial (un calendario preciso y casi un ensayo, una venta anticipada de inmuebles para evitar impuestos, un reparto anticipado de bienes, etc.). En cambio, su hermana, la impulsiva Iris (Julia Akkermans), protagonista de la película, no le escucha en absoluto ("no entiendo ni quiero entender") y se quejará, luchará y trabajará para hacer cambiar de opinión a su padre...

Escrito por Bastiaan Kroeger, el guión de Pink Moon explora metódicamente todas las facetas de la aceptación o no de la eutanasia de un ser querido. Esta complicada cuestión del respeto al libre albedrío de los demás se plantea de una manera más frontal, fascinante y empáticamente conmovedora, y todavía más compleja sabiendo que Jan aun está en plena posesión de sus medios físicos (a diferencia de la situación médicamente pesada de Quelques heures de printemps [+lee también:
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, por ejemplo). Pero es sobre todo la precisión del tono (y la calidad de los intérpretes) que el director ha encontrado lo que da a la película toda su energía seductora más allá de la extrema gravedad del tema. A través de secuencias que se toman el tiempo de explorar los rostros, las reacciones más o menos controladas y todos los pequeños detalles sutiles que entrelazan las vivencias (incluidos los acuerdos y desacuerdos) de una familia, Floor van der Meulen consigue integrar una forma de ligereza en el drama pendiente, e incluso algo de humor ("si tiene alguna duda, este es el hombre que ha vivido aquí la mitad de su vida, mi padre Jan, que morirá el 28 de noviembre exactamente donde estamos parados"), desactivando de vez en cuando la bomba emocional que, sin embargo, la trama lleva a su conclusión sin desviarse. Dirigida con lucidez y transparencia humana sobre una cuestión social reconducida a su perspectiva individual, Pink Moon es una muy buena ópera prima que no pretende imponer su punto de vista, sino redefinir los límites del amor filial.

La película ha sido producida por la holandesa KeplerFilm y la eslovena Tramal Films, y de sus ventas internacionales se ocupa Urban Sales.

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(Traducción del francés por Ainhoa Seuret Manzano)

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