KARLOVY VARY 2022 Proyecciones especiales
Crítica: My Father, The Prince
por Susanne Gottlieb
- Lila Schwarzenberg aborda la biografía de su famoso padre Karel desde la perspectiva de su tensa relación

“Hay periodos en la historia donde vemos el final de un capítulo y el principio de otro”. En el principio de My Father, The Prince [+lee también:
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ficha de la película], que celebró su estreno mundial en la sección Proyecciones Especiales de la 56ª edición del Festival de Karlovy Vary, el discurso de Karel Schwarzenberg de 2014 hace referencia a la invasión rusa de Crimea. Es un apunte dolorosamente contemporáneo que coincide con la geopolítica moderna, y que también es el tema principal de la película.
Schwarzenberg, nobleza bohemia, Decretos de Beneš, repatriado, europeo, político, hombre de estado, héroe de la Revolución de Terciopelo y figura paterna conocida como “El Príncipe” para los checos, ha visto ir y venir muchas épocas. En su propia vida, en el continente europeo y en el país al que llama hogar. Su hija, la directora Lila Schwarzenberg, y su colega, Lukas Sturm, intentan captar esta variedad desde la perspectiva de una complicada relación padre-hija: cariñosa, pero con distancia emocional, ya que él fue una figura paterna para una nación pero ausente en la vida de sus hijos.
La biografía de Schwarzenberg no está contada desde una sucesión hechos, sino a partir de un montaje de escenas libre pero cuidadosamente coreografiado donde interactúan padre e hija. Grabada durante cinco años entre 2016 y 2021, los dos Schwarzenbergs no solo revisitan el pasado de sus recuerdos sino también las diferentes propiedades de la familia, castillos y palacios en Bohemia, Praga, Viena y Estiria. Son lugares de recuerdos, de crecimiento, de lazos con una tierra que lo expulsó durante 41 años, solo para ofrecerle volver al final del comunismo en 1989 y encontrar un propósito en una época en que la reconciliación estaba en el aire.
“Fue la mejor época de mi vida”, le dice Schwarzenberg a su hija sobre la revolución. Después de décadas de vivir a la altura de su papel como heredero además de producir uno, volver a la tierra donde nació es un hito importante en la vida de Schwarzenberg (y que inspiró a su hija a investigar el pasado de su padre). Pero la esencia de la película no está en uno de esos momentos de grandeza histórica, que puede ser buscado en cualquier libro de historia. Está en la conexión entre los miembros de la familia, la tensión evidente y la emoción que sigue traspasando la pantalla. Sturm y Schwarzenberg optan por no presentar una versión pulida de su protagonista. Miran detrás de las cortinas, crean momentos de película dentro de otra película, profundizan en el mito, desarmándolo y volviéndolo a armar con una intimidad delicada. “Soy demasiado vago para fingir”, dice Schwarzenberg de su personalidad. Su hija y Sturm lo aceptan.
La edición en B roll de Lila Schwarzenberg intentando convencer a su padre para dar un paseo por los alrededores del castillo para tener escenas más activas termina en un debate sobre la movilidad y la edad. En otro momento, hay una mirada obvia del padre a su reloj. “Tienes que estar en algún lugar”, pregunta la hija. “Todavía tenemos una hora”, responde él. No ser una de sus principales confidentes, como dice Schwarzenberg, y sin embargo tartar de comunicarse con él crea un punto de vista fascinante. La historia de un padre y una hija, una historia de perdón, una historia de encontrar paz y respuestas que incluso se relaciona con aquello que está más allá del prestigio y de los abundantes recursos de la familia Schwarzenberg.
Después de todo, siempre está el factor humano. Y encontrar la humanidad y la complejidad en una persona tan carismática es la clave para preservarla para la próxima generación, quizás para los checos o para los hijos de Lila Schwarzenberg, mejor que un libro de historia.
My Father, The Prince ha sido producida por Sabotage Films, y coproducida por Neulandfilm & Medien GmbH y Thought Engine. La distribuye Bontonfilm, a.s.
(Traducción del inglés)
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