Crítica: Lakelands
- En su ópera prima, Robert Higgins y Patrick McGivney se centran en un joven jugador de fútbol que ha perdido el sentido de su vida tras sufrir una grave lesión

El drama Lakelands, de Robert Higgins y Patrick McGivney, estrenado en la presente edición del Galway Film Fleadh (5-10 de julio), cuenta la historia de un joven jugador de fútbol gaélico, llamado Cian (interpretado por Éanna Hardwicke, visto recientemente en Vivarium [+lee también:
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tráiler
entrevista: Lorcan Finnegan
ficha de la película], de Lorcan Finnegan, y en la serie de TV Normal People), que sufre una grave lesión después de una dura pelea en una discoteca local. El hombre se recupera lo más rápido posible, pero descubre que no podrá volver a jugar. Los directores sitúan la historia en Granard, en el condado de Longford, un pequeño pueblo rural de menos de 1000 habitantes al norte de Dublín.
Lakelands es una obra que presume de algunas cualidades interesantes junto con algunos defectos visibles que evitan que la película crezca y destaque. En particular, la ópera prima de los directores presenta dos problemas. El primero es el ritmo excesivamente lento de la narración, que puede funcionar en algunas secuencias, pero que también hace que la película sea demasiado plana y contemplativa. El segundo es el alma “impenetrable” del protagonista. Aunque en la teoría esta ilegibilidad tiene el potencial de hacer al joven Cian un personaje interesante e impredecible, en la práctica puede dificultar que los espectadores empaticen con él y terminen por desconectar de su odisea humana. Aunque trabajar por deducción suele ser una buena opción, no debemos olvidar que también es un arma de doble filo.
En este caso, Lakelands intenta evitar muchos adornos retóricos y en algunas partes reduce diálogos y reacciones al mínimo (y eso es digno de elogio); por otro lado, su frustrante reticencia puede hacer que los espectadores desconecten poco a poco. Las relaciones que establece Cian se resisten a alcanzar una profundidad significativa, con la excepción de su amistad con Grace (Danielle Galligan), una enfermera que se ha ido de Irlanda y que ahora vive en Reino Unido. Su vínculo aporta a la película una ternura muy necesaria e intenta romper la actitud inescrutable de Cian, al menos en parte.
Es cierto, hay muchos jóvenes que están literalmente obsesionados con el deporte y su pasión es su principal motivo para seguir adelante. De hecho, lo que Higgins y McGivney muestran aquí resulta creíble. Lidiar con el tipo de trauma que experimenta Cian puede llevar a una persona a actuar de forma temeraria (por ejemplo, en una escena, Cian se arriesga a meterse en otra pelea antes de ser rescatado por un agente de policía). Sin embargo, dicho esto, la representación cinematográfica su trayectoria no siempre resulta interesante, ya que se basa principalmente en la pasividad y la resignación.
En cuanto al aspecto técnico, el equipo hace un buen trabajo. La fotografía de Simon Crowe ofrece un retrato convincente de la realidad pequeña y provinciana que rodea a Cian; además, la edición de Allyn Quigley y la música de Daithi encajan bien con el estilo de la película. El reparto también merece una mención positiva, sobre todo Hardwicke, Galligan y Lorcan Cranitch (que aquí interpreta al padre distante de Cian), que interpretan papeles difíciles y no están respaldados por un guion sólido, pero consiguen mostrar una interpretación acertada.
Lakelands es una producción irlandesa llevada a cabo por Harp Media.
(Traducción del inglés)
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