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Crítica: Foudre

por 

- El primer largometraje de la directora suiza Carmen Jaquier captura la inquietud y la necesidad de ternura de una joven de finales del siglo XIX

Crítica: Foudre
Benjamin Python, Lilith Grasmug, Noah Watzlawick y Mermoz Melchior en Foudre

Bañada en una profunda atmósfera de misticismo, que recuerda a obras maestras como el Cantar de los Cantares o los inquietantes versos de Santa Teresa de Jesús, Foudre [+lee también:
tráiler
entrevista: Carmen Jaquier
ficha de la película
]
, el primer largometraje de la directora suiza Carmen Jaquier, estrenado mundialmente en el Festival de Toronto y en la competición New Directors del Festival de San Sebastián, tiene un aire atemporal pero extremadamente moderno. Aunque la historia gira inicialmente en torno a la fe católica, sus brutales restricciones y su visión negativa sobre la sexualidad y los cuerpos “femeninos”, el foco de la película da paso gradualmente a una reflexión más universal sobre el amor y la sensualidad como vectores para descubrirse a uno mismo y a los demás.

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Según explica la propia Jaquier, la película se inspiró en una noticia real sobre dos adolescentes que se prendieron fuego en un suburbio de Berlín. Se trata de una historia trágica que llevó a la cineasta a preguntarse dónde están los límites en lo referente a las pasiones que no pueden expresarse libremente porque van contra la norma. Sin embargo, el descubrimiento de los diarios de su bisabuela, en los que se dirigía a Dios en un tono íntimo, como si hablara con un confidente, relatando sus tormentos y algunos secretos que nunca le habría confesado a nadie, fue lo que transformó el guion inicial en un acontecimiento histórico. La combinación de estos diarios y la determinación de la bisnieta de su autora tiene como resultado una película que desborda sinceridad y retrata un mundo rural que se enfrenta a los miedos y el deseo de libertad que la historia ha relegado a los márgenes, una película que abraza la perspectiva marginal de una mujer de finales del siglo XIX que vive en las montañas del Valais. Más allá de estos elementos indispensables de la narrativa, la fuerza de Foudre se apoya en numerosas referencias visuales muy poderosas (que se hacen evidentes desde las primeras imágenes de la película, que comienza con fotografías emblemáticas), incluida la de Giovanni Segantini, que tenía un talento inigualable para pintar el mundo rural.

La película narra la historia de Elisabeth (interpretada por la increíble Lilith Grasmug), una joven de diecisiete años que, en el verano del año 1900, mientras se prepara para entrar en un convento, se ve obligada a regresar a casa con su familia en un valle de la región de Valais, para ayudarlos con sus labores en la granja familiar. El motivo de este repentino giro de los acontecimientos es la muerte de su hermana Innocente, cuya causa sigue siendo un misterio. De vuelta en el valle donde nació, Elisabeth ya no es una niña y debe lidiar con las emociones que la invaden, mientras que el descubrimiento del diario de su hermana no hace más que exacerbarlas. La película relata una auténtica lucha por la supervivencia y por el derecho a explorar el propio mundo interior, sin preocuparse por los conceptos del bien y del mal que se ciernen sobre el valle como una nube opresiva.

El elemento que desencadena esta revolución silenciosa es un encuentro entre la protagonista y tres jóvenes de su pueblo: Emile (Benjamin Python), Pierrot (Noah Watzlawick) y Joseph (Mermoz Melchior), que conocían muy bien a su hermana y compartían su necesidad visceral de comunión con la naturaleza. A través de una magnífica fotografía (a cargo de Marine Atlan), que recuerda por momentos a El piano, la película parece latir con las emociones de los jóvenes protagonistas que, lejos de representar la sexualidad heterosexual convencional que gira en torno a la procreación, descubren la alegría de ser amados, cuidados y mimados, una alegría de la que sus padres les han privado totalmente. En este sentido, la sexualidad nace de una necesidad urgente de reconectar con su humanidad, con el objetivo de alcanzar una comunión mística con Dios y la naturaleza, que parte de una necesidad muy natural de reconectarse con el propio cuerpo. De forma discreta pero decidida, Elisabeth se convierte en portavoz de un deseo que tiene el potencial de arrasarlo todo, si se le da rienda suelta.

Foudre es una ópera prima poderosa, visualmente acertada y majestuosa, que revela a una directora decidida a imponer su punto de vista.

Foudre es una producción de la suiza Close Up Films, coproducida por RTS Radio Télévision Suisse. WTFilms se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del italiano)

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