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VENECIA 2022 Orizzonti Extra

Crítica: Hanging Gardens

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- VENECIA 2022: En la película de Ahmed Yassin Al-Daradji, un espectacular descubrimiento entre los escombros del Bagdad de la posguerra supone una perturbación, mucha agitación y bastantes carcajadas

Crítica: Hanging Gardens
Hussain Muhammad Jalil en Hanging Gardens

“La primera película iraquí en la selección oficial de Venecia”, así lo expresa el pie de foto del pressbook de la primera película del exalumno de London Film School y Berlinale Talents Ahmed Yassin Al-Daradji. Con Hanging Gardens [+lee también:
tráiler
entrevista: Ahmed Yassin Al Daradji
ficha de la película
]
, que se estrenó en la sección Orizzonti de la 79º edición del Festival de Cine de Venecia, vuelve al Bagdad de la Posguerra en el que ya basó Children of God, su aclamado cortometraje para su proyecto de graduación.

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Incluso sentado en una cómoda butaca de cine, uno se encoge de miedo al ver los escombros polvorosos, la basura mohosa y al oír el zumbido de los insectos en Hanging Gardens, un enorme basurero a las afueras de Bagdad donde trabajan Taha (Wissam Diyaa), de 28 años, y su hermano pequeño As’ad (Hussain Muhammad Jalil). Huérfanos a causa de la guerra y cerca de estar en el último eslabón de la cadena alimenticia humana, buscan basura que vender, sobre todo restos de metal y plástico para reciclar que le venden a Haji, el chatarrero y patriarca de la zona. Para As’ad, escarbar y buscar desechos del ejército estadounidense es, claramente, una aventura.

“Das mala suerte”, le avisa Taha que sigue traumatizado y lleno de odio tras los acontecimientos que causaron la muerte de sus padres, pero As’ad no le hace mucho caso. Al joven en ciernes le interesan en especial unas revistas eróticas y, además, vende las fotos más interesantes para sacar un poco de dinero extra, lo que provoca que Taha se enfade y vocifere “¡Nos cuesta vivir de manera halal, y tú le sumas este haram!”. Sin embargo, Taha realiza una actividad a escondidas por su cuenta: espía a su vecina mientras ella tiende la ropa limpia en su patio sin su chador. No obstante, todas estas desventuras palidecen en comparación con lo que, o con quien, aparece después: una muñeca sexual de vanguardia de segunda mano, con diferentes funciones interesantes y vestida con un bikini con la bandera estadounidense. Después de la llegada de Salwah (“no puedo dejarte sin nombre”, razona As’ad, por lo que escoge un nombre que significa tanto “confort” como “salvación”), las cosas no volverán a ser iguales durante un tiempo.

Junto a su amigo adolescente Amir, As’ad monta un prostíbulo lucrativo en el bicitaxi de Amir. Se forman largas colas, llenas de gente esperando ansiosamente el encuentro erótico con la rubia artificial (el recuerdo de la recién estrenada película sobre Marylin Monroe, Blonde, añade una connotación curiosa). El director Al-Daradji, que maneja con soltura los planos de caras y lugares, se mueve libremente entre paisajes emotivos en los que aporta momentos cómicos y melancólicos sin previo aviso, e incluso momentos de desolación a veces. Porque, por supuesto, después de todo acabará en inquietud y mala suerte, con un posible respiro para As’ad. Mientras le da un último y respetuoso adiós a su mejor hallazgo del vertedero, As’ad parece haber conservado algo de confort y salvación en el camino, mira al frente sin ningún miedo. Nos quedamos a la espera de nuevos hallazgos para As’ad y de Al-Daradji.

Hanging Gardens es una coproducción entre Irak, Palestina, Arabia Saudita, Egipto y Reino Unido. Realizada por Ishtar Iraq Film Production, Margaret Clover y ODEH FILMS. Ha sido coproducida por Mohamed Hefzy, Daniel Ziskind, Film Clinic Indie Distribution y Ahmed Yassin. True Colours gestiona las ventas al extranjero.

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(Traducción del inglés por Helena Martínez)

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