email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

VENECIA 2022 Orizzonti

Crítica: Bread and Salt

por 

- VENECIA 2022: En su brillante primer largometraje, Damian Kocur inspecciona la violencia y la legendaria hospitalidad polaca, pero lo hace con una pizca de sal

Crítica: Bread and Salt
Jacek Bies y Tymoteusz Bies en Bread and Salt

En su Polonia natal, Damian Kocur ha sido un director prometedor a seguir de cerca. Sus cortometrajes, brillantes en su estilo crudo y en su noción radical de lo que constituye la realidad en la pantalla, le han otorgado una gran cantidad de premios. Su primer largometraje, Bread and Salt [+lee también:
tráiler
entrevista: Damian Kocur
ficha de la película
]
, elogiada en el reciente Festival de Venecia (donde recibió el Premio Especial del Jurado en la sección Orizzonti —ver la noticia—), es una prueba más del talento único y la claridad de la voz cinematográfica de Kocur.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

La historia sigue al veinteañero Tymek (Tymoteusz Bies), quien vuelve a su ciudad natal a pasar las vacaciones de verano. Es un pianista talentoso, aplicado y ambicioso, pero parece más bien un holgazán cuyo único talento es desperdiciar su vida. Las confusiones y los errores cognitivos son temas importantes en la película de Kocur, que gravita hacia los primeros trabajos de Gus Van Sant o Larry Clark, sin desnudez. El director evoca un mundo en pantalla que parece muy realista, trabajando con actores no profesionales, a quienes dirige a la perfección.

Tymek tiene un hermano menor (Jacek Bies, su hermano en la vida real), que también toca el piano pero muestra menos dedicación a su vocación. Tymek intenta presionarlo para que Jacek también pueda irse de su ciudad natal. Pero Jacek se siente bien donde está, pasando el tiempo con sus amigos y su novia en un bar de kebabs, regentado por dos inmigrantes árabes. La historia sigue la relación entre los hermanos, y entre polacos y árabes: mientras Tymek, que en general es abierto de mente, intenta conocer al empleado del bar, Yousef, los otros chicos se burlan y empiezan a abusar de él. La tensión aumenta poco a poco, como la temperatura de la rana hervida, y cuando la situación llega a ebullición, es demasiado tarde para intervenir. 

Lo sorprendente de Bread and Salt —una expresión en lengua polaca y, parece que también en árabe— es cómo el director capta la atención del público. Su cámara sigue a los protagonistas o permanece fija, observando la situación en la que están, con movimiento y quietud creando una atmósfera de claustrofobia psicológica y un ataque de pánico inminente (todavía queda algo de aire que respirar, pero pronto se acabará). Este es un largometraje que finge ser un documental, y que es una elección artística acertada, ya que la película también examina lo real y lo ficticio: una historia que la gente se cuenta a sí misma para entender el mundo. En este sentido, la película de Kocur recuerda a las de Michael Haneke, sobre todo a Funny Games, y no por la erupción de la violencia en la conclusión de la película, sino por el recordatorio de lo fácil que es engañar a los ojos y a la percepción de las personas. Los pianistas pueden parecer raperos, un país hospitalario puede ser xenófobo, y una película aparentemente simple sobre un hombre joven puede ser una obra filosófica. Kocur es un talento brillante a seguir (algo que tú, como lector, deberías tomarte en serio).

Bread and Salt ha sido producida por la polaca Munk Studio. IKH Pictures Promotion gestiona los derechos internacionales.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy