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TORONTO 2022 Contemporary World Cinema

Crítica: Alam

por 

- El primer largometraje de Firas Khoury es una fiera y conmovedora exploración de la juventud, la politización y el olvido obligado

Crítica: Alam
Sereen Khass y Mahmoud Bakri en Alam

En su aclamado corto de 2019, Maradona’s Legs, el director palestino Firas Khoury mezcló las tradiciones inherentes al drama del género coming of age con una aguda exploración política. Su primer largometraje, Alam, que recientemente se estrenó mundialmente en la sección Contemporary World Cinema de Toronto, explora temas similares. Sin embargo, Khoury cambia su enfoque de protagonistas en la infancia a protagonistas que están en los últimos años de la adolescencia, para crear una obra que crepita con la energía tanto de la despreocupación de la rebelión adolescente y el hedonismo, como del despertar del activismo político.

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Tamer (Mahmoud Bakri) y sus amigos son palestinos que viven en Israel, la nueva generación de hijos árabes de familias que todavía sufren diariamente las repercusiones del exilio de 1948. Tamer, de diecisiete años, y su pandilla son los típicos rebeldes de instituto, pasan el día queriendo drogarse, meterse en líos en el instituto y acostarse con chicas. Pero, a pesar de que son la personificación de casi todos los adolescentes del mundo con su clásica mezcla abrumadora de hormonas, ingenuidad y seguridad en sí mismos, siempre se muestra la complejidad política a la que se enfrentan tanto ellos como sus antepasados. Desde una bandera israelí (normalmente vandalizada) que ondea por encima de ellos todos los días en el instituto al próximo día de la independencia de Israel (que coincide con el día de la Nakba, la conmemoración del exilio palestino de 1948), están enfrentados a su estatus constantemente dentro de Israel.

Mientras que algunos de sus amigos se comprometen más políticamente, otros siguen a la búsqueda de chicas y marihuana, Tamer se fija en la preciosa Marysaa’ (Sereen Khass) cuando se une a su clase. Usa su compromiso político para acercarse a ella, Tamer pronto empieza a darse cuenta del mundo que le rodea, a la vez que se acerca el día de la Nakba, y tiene que decidir si vale la pena luchar por las cosas que se le quedan grandes.

Hay una sensación continua de urgencia a lo largo de la película, impulsada tanto por el ardor de la juventud como por la indignación ante un sistema opresivo. Normalmente, se muestra que no están de acuerdo, y muchos de nuestros protagonistas prefieren lo primero a lo segundo, pero a medida que Tamer tiene su despertar político, hay una sensación de que no tienen por qué ser excluyentes mutuamente. Ciertamente, la película está lejos de ser un grito contra una nueva generación. Cuando un estudiante despotrica de una clase de historia y del modelo del olvido forzado, nos recuerda que esta generación no es tan apática como les gustaría a los que están en el poder. A pesar de que el padre de Tamer sea aparentemente autoritario, la película siempre insinúa que también tuvo un pasado activista. La verdadera tragedia de la película no es la apatía, sino la pasión y el entusiasmo que finalmente se les despoja a través de la opresión y la violencia.

Sería fácil acusar al largometraje de mantener los tópicos porque aparecen todos los temas típicos del género coming of age. Pero uno puede llegar a pensar que mucho de los clichés presentes en la película son deliberados, ya que la película va cambiando entre lo obvio y lo sutil. Mientras que el principio central de la película explora las banderas como símbolos, también hay muchas cosas sobre la propaganda, en el piso de Tamer hay una foto enmarcada de El acorazado Potemkin, quizás uno de los primeros ejemplos de una película propagandística. La propaganda a veces puede ser poco sutil y obvia, y Khoury juega astutamente con esto.

Las actuaciones son convincentes, sobre todo de Bari como protagonista, mientras que la película se mueve entre la austeridad y la intensidad gracias a la fotografía de Frida Marzouk.

Alam es una coproducción entre Francia, Túnez, Palestina, Arabia Saudí y Catar. llevada a cabo por MPM Film, Philistine Films, Paprika Films, Red Sea Film Festival Foundation y Metafora Production. MPM Films gestiona las ventas al extranjero.

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(Traducción del inglés por Helena Martínez)

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