SAN SEBASTIÁN 2022 Competición
Crítica: Sparta
por Alfonso Rivera
- En su cruda línea autoral, Ulrich Seidl se atreve a abordar de frente el tema de la pedofilia, convirtiendo a su protagonista en alguien que no consigue escapar de sí mismo
Sparta [+lee también:
tráiler
ficha de la película] es la película del momento. Tras la publicación de un reportaje que acusa prácticas poco éticas de su rodaje, el Festival de Toronto la retiró de su programación, pero se ha proyectado en la 70º edición del de San Sebastián, a donde su director, el siempre controvertido austriaco Ulrich Seidl (pocos como él se atreven en mostrar lo más truculento de nuestro primer mundo) ha rechazado acudir a presentarla porque, asegura, “la película habla por sí misma”.
¿Y de qué habla Sparta? De un tema tan peliagudo como la pedofilia (y el autocontrol). También de una familia (este film enlaza con su anterior Rimini [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Ulrich Seidl
ficha de la película]) cuyo padre, ingresado en un asilo, dista mucho de ser un santo. El menor de sus hijos (interpretado por Georg Friedich), a quien no respeta a pesar de prestarle cuidados, no acaba de consolidar su relación con una mujer porque algo le tortura: disfruta más jugando, abrazando y estando con niños.
Así, la cámara del responsable de la trilogía Paraíso [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película] (mucho más bestial y explícita que la cinta que nos ocupa) acompaña a este sujeto hasta Rumanía, donde acondiciona una ruinosa escuela y la convierte en un campamento de jóvenes guerreros: para ello recluta a niños de familias desestructuradas, a quienes ofrece un refugio de esparcimiento, entrenamiento y trabajo en equipo. Pero jamás vemos en pantalla a un crío desnudo, por ejemplo. Aunque sí sobrevuela la duda y la tensión de si en algún momento el personaje adulto pueda abusar de alguno de ellos.
Sparta, que aborda un tema así de delicado (que también centra la reciente obra de otro gran cineasta europeo esta temporada), retrata con su estilo colindante con el documental a un ser prisionero de sus impulsos, que intenta domar.
¿Qué la película, en su rodaje, no respetó las leyes de protección a la infancia? Pues, como asegura José Luis Rebordinos, director del Festival de San Sebastián, “eso, con las consiguientes pruebas, lo tendrá que confirmar un juez”. Sparta nos puede aburrir, incomodar o desagradar, pero nadie –si no se demuestra fehacientemente que se ha cometido un delito en su realización– debería impedir que, como espectadores, tengamos la opción de verla.
Porque, además, es un largometraje que se atreve a profundizar en los deseos más miserables, retratando a un tipo de ser humano que puede estar sentado en la butaca de al lado. De eso va también el cine: de hablar –con libertad– de lo prohibido, oculto y terrible (no estaría mal revisar hoy, por ejemplo, la filmografía de Pier Paolo Pasolini).
Sparta, con guion escrito por su director junto a su compañera Veronika Franz, es una producción de la austriaca Seidl Filmproduktion GMBH, la alemana Essential Filmproduktion y la parisina Parisienne de Production, con ayuda de Arte France Cinéma. De sus ventas se ocupa la agencia francesa Coproduction Office, que también ha participado en la financiación.
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.