email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

LONDRES 2022

Crítica: El imperio de la luz

por 

- La nueva película de Sam Mendes es una carta de amor a "la magia de las películas" y a la forma en la que las solíamos consumir, mientras ella misma es un pobre spot de todo esto

Crítica: El imperio de la luz
Micheal Ward y Olivia Colman en El imperio de la luz

En 1980, el año en el que está ambientada El imperio de la luz [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, una conocida superproducción llamada El Imperio contraataca comenzó a conquistar las salas. Aunque el cine de estilo art déco​ que sirve como localización principal para esta película presenta en su cartelera obras más atractivas para un público adulto (Empieza el espectáculo, Gregory's Girl, Toro salvaje), el título de Star Wars de George Lucas no es inmune al espíritu de El Imperio de la Luz, que pretende apoyar la prevalencia de la gran pantalla y la experiencia de visionado colectivo, rescatándola de la fragmentación de la era contemporánea. El "imperio" que contraataca es tanto el bullicioso cine local (la joya de la calle principal de la ciudad) como la propia forma artística, a pesar de todos sus problemas financieros y vicisitudes provocadas por la pandemia. Por otra parte, ¿es el lenguaje del imperio, o de la dominación imperial, la mejor manera de retratarlo?

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)
Hot docs EFP inside

El imperio de la luz, escrita y dirigida por Sam Mendes (cuya carrera, tras haber hecho Skyfall [+lee también:
crítica
tráiler
making of
ficha de la película
]
, Spectre [+lee también:
tráiler
making of
ficha de la película
]
y 1917 [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película
]
, parece haber llegado al punto donde muchos auguraban que llegaría tras American Beauty, su debut cinematográfico), que acaba de proyectarse en el Festival de Londres, se suma a una reciente lista de películas que insisten demasiado, y con cierta inseguridad, en los encantos de la cinefilia y la experiencia clásica de ir al cine. Por su parte, Martin Scorsese lleva sus ideas a la práctica, sin miedo a la racionalidad imperante en la industria. En este caso, todo es demasiado vago y abstracto, y necesita mayor concreción. Es posible comunicar mucho más diciendo que amamos al Arsenal, en lugar de simplemente "el fútbol". Las imágenes que ofrece Mendes en esta película (como las sinuosas escaleras de mármol y los vaporosos haces de luz de la proyección) ni siquiera servirían como una publicidad especialmente persuasiva, y mucho menos como elementos de una película entretenida. Cuando el año pasado recuperamos la asistencia a los cines tras el confinamiento, las campañas de comunicación de los exhibidores apostaron sabiamente por los cortes dinámicos de sus próximos grandes títulos, en lugar de melancólicos planos de seguimiento de alfombras pegajosas.

El guion de Mendes (el primero que firma en solitario) se complica innecesariamente cuando trata de incluir otros temas de relevancia actual, aunque su punto de partida es válido, imaginando con todo lujo de detalle el drama que podría desencadenarse entre los trabajadores de un cine. Mendes mezcla a los jóvenes que acceden a uno de sus primeros puestos de trabajo con los responsables que ocupan puestos de dirección, desde el orgulloso, aunque un tanto snob, proyeccionista Norman (Toby Jones), cuya habilidad para encadenar las bobinas y cronometrar los cambios se describe como un arte perdido, hasta el director, el Sr. Ellis (Colin Firth), un abusador sexual cuyos sueños se cumplen cuando consigue un estreno regional de Carros de fuego por encima de la cadena de cines Odeon, que domina todo el Reino Unido. Sin embargo, los personajes principales de la película son la gerente de turno, Hilary (la gran Olivia Colman), y su compañero negro y posterior amante, Stephen (Michael Ward). Ambos parecen diseñados para representar y encapsular complejos debates actuales sobre la salud mental y la discriminación racial. En lugar de resultar oportunos y realistas, estas caracterizaciones parecen metidas con calzador.

Como ya hemos comentado, la historia presenta algunos detalles muy acertados sobre la esclavitud salarial: los intentos diplomáticos por parte del personal de recepción para obligar a un cliente a deshacerse de su comida al entrar en el cine son un buen ejemplo de la dirección de Mendes, que desborda esa comedia sumamente británica de la humillación social. No obstante, cuando otras películas han proporcionado tantas secuencias imborrables de asistencia a las salas de cine (desde las lágrimas de Anna Karina en Vivir su vida hasta el clímax de Malditos bastardos [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
), resulta casi perverso que esta película ambientada casi exclusivamente en una de ellas apenas sea capaz de conjurar tímidamente las maravillas que contienen.

El imperio de la luz es una coproducción entre Reino Unido y Estados Unidos, producida por Neal Street Productions y Searchlight Pictures. La última, una subsidiaria de Walt Disney Studios, también se encarga de las ventas internacionales.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy