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ARRAS 2022

Crítica: Wolka

por 

- La última película del desaparecido Árni Ólafur Ásgeirsson lleva el suspense, la tensión y los secretos a Islandia de la mano de una peligrosa mujer polaca que acaba salir de la cárcel

Crítica: Wolka
Olga Boladz en Wolka

“Radioactivo y explosivo”. Al igual que el P244, el más pesado de los isótopos de plutonio que no ha cambiado desde la creación de la Tierra y nombre elegido por un grupo de rap en Wolka [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, de Árni Ólafur Ásgeirsson (fallecido prematuramente el año pasado), que participa en la competición del 23º Festival de Arras, el ambiente se vuelve particularmente pesado y tenso en la pequeña isla islandesa de Heimaey, mientras seguimos a una exreclusa polaca que desembarca en busca de amor y de venganza.  

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Conocemos a una mujer muy tatuada, Anka (Olga Boladz), en una institución carcelaria polaca donde ha pasado 15 años. En libertad condicional y de vuelta en su barrio, desamparada, inicia la búsqueda de una tal Dorota (Anna Moskal), que desapareció por completo poco después de su encarcelación. Presiones sobre viejos conocidos reacios, recuperación de papeles falsos, atraco con un cuchillo en una tienda de comestibles, aeropuerto, robo de coche, ferry: Anka, rebautizada Anna, desembarca en Heimaey, la isla más grande del archipiélago de Vestmann. Después de algunos intentos infructuosos, llama a la puerta de Dorota que ahora está casada y es madre de dos hijos, uno de ellos el adolescente Tommi (Jan Cieciara). En el umbral, las dos mujeres se miden y se enfrentan con la mirada. Anna finge ser una amiga de la infancia y el marido (Eryk Lubos) la invita a cenar. ¿Qué secreto une a Anna y a Dorota, quienes se hacen chantaje mutuo en voz baja? La peligrosa Anna (“en la vida, hay que tomar lo que se quiere; es una selva y solo los fuertes sobreviven”), que empieza a trabajar en la conservera donde trabajan todos los habitantes del lugar, se descubre poco a poco, sembrando el caos a su alrededor mientras revela sentimientos inesperados.

Wolka, impulsada por 20 primeros minutos de una gran intensidad en un ambiente sofocante, urbano y nocturno, cambia de ritmo y de luminosidad para sumergirse en los espectaculares paisajes islandeses. La trama (un guion escrito por el director y Michal Godzic), que sabe dosificar el suspenso y crear sorpresas, se apoya en una puesta en escena sin florituras (priorizando la eficiencia sin intenciones de revolucionar el género) y en un espeso hilo psicológico en equilibrio entre la voluntad turbia de destrucción y de redención de su omnipresente personaje principal. 

Wolka ha sido producida por la islandesa Sagafilm y la polaca Film Produkcja, con sus compatriotas de Sound Making y Human. Playmaker Munich (anteriormente Arri Media International) gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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