Crítica: H
por Alfonso Rivera
- Si nunca te sumergiste en las multitudinarias fiestas de San Fermín, ya puedes hacerlo desde la butaca de una sala de cine con el primer largometraje en solitario de Carlos Pardo Ros

“Esta es una película para vivirla desde el estómago, no por la cabeza”. Con esta carta de presentación Carlos Pardo Ros introdujo la proyección de H [+lee también:
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ficha de la película], su primer film en solitario (recordemos que ha pertenecido al colectivo lacasinegra, junto a Elena López Riera, Gabriel Azorín y María Antón Cabot, aquí encargada del montaje), en la sección Las Nuevas Olas No Ficción del 19º Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Ese adjetivo tan manido como es orgánico se convierte en imprescindible para describir los poco más de 60 minutos de este viaje al corazón de las tinieblas pamplonicas, concretamente a sus celebraciones del mes de julio popularizadas mundialmente por figuras como Ernest Hemingway, Orson Welles o John Huston, por citar a tres extranjeros que, visitando España, las vivieron apasionadamente.
Ahora, con la excusa de recrear de forma libérrima y altamente sensorial la última noche de vida del tío del director, el cineasta ha contado con cuatro amigos –Pedro Ladroga, Julio Carlos Ramos Zapata, Leonard Plattner y la actriz navarra Itsaso Arana (a quien vimos este año en Tenéis que venir a verla [+lee también:
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ficha de la película])– para soltarlos en ese maremágnum humano que deambula en pos de la juerga para que el espectador experimente junto a ellos algo similar a lo que sienten quienes, vestidos de blanco o azul (como los protagonistas de este viaje), se sumergen en esa bacanal de alcohol, drogas y música.
Imágenes y sonidos, distorsionadas o ralentizados, superpuestas o caóticos (se suman aquí diálogos, ruido ambiente, mensajes de voz enviados desde teléfonos móviles, etc.), van puntuando el armazón de una película que no tiene un argumento claro ni una estructura convencional, sino que experimenta con el lenguaje audiovisual en busca de una nueva dimensión, donde el espacio, aunque reconocible, acaba difuminándose para entrar en algo parecido a un trance no tan placentero como se puede esperar de unos festejos.
Ahí radica la osadía de este ejercicio catártico que, obviamente, no pretende jugar en la misma liga que los títulos comerciales, sino que invita a dejarse llevar, a no pensar y a fluir a través de una trama inconexa a veces, confusa otras, como lo está la mente humana cuando consume en exceso sustancias y líquidos euforizantes a lo largo de una noche que parece eterna.
H (inicial de nombre del tío del protagonista) nunca servirá para promocionar esa fiesta mega concurrida de San Fermín, algo que tampoco necesita el evento navarro, pero sí llevará a cada espectador a un lugar diferente y a veces extremo, desde la sensación de ser arrastrado por un torrente de emociones excesivas a penetrar en una dimensión fantasmagórica, por exponer aquí dos momentos experimentados a lo largo de su metraje por este crítico.
Esta película rodada con teléfonos móviles, como quien graba vídeos para enviar a las amistades, durante cinco días de julio de 2016, es una producción de DVEIN Films, que tuvo su estreno mundial en Visions du Réel y que distribuirá en España Vitrine Filmes.
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