25/11/2022 - En su película, Simon Chambers, galardonado con el premio a la Mejor dirección del IDFA, se acerca peligrosamente a su protagonista, pero acaba desvelando también mucho de sí mismo

Shakespeare estuvo muy presente en la selección del IDFA este año, especialmente su famosa frase "Todo el mundo es un escenario", repetida en Dreaming Arizona [+lee también:
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entrevista: Jon Bang Carlsen
ficha de la película] y también en Much Ado About Dying [+lee también:
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ficha de la película], que le ha valido a Simon Chambers el premio a la Mejor dirección en el encuentro (ver la noticia).

Chambers habla de su propia familia en esta película, concretamente de su tío David, un hombre frágil, enfermo y solo. Es posible que este hombre, de más de ochenta años, se vea a sí mismo como el Rey Lear, incomprendido y abandonado por todos. O tal vez simplemente le gusta llamar la atención (al parecer, siempre le ha gustado). Sin embargo, no se trata de un alegre retrato de un caballero de edad avanzada, que trabajó como actor y profesor, preparándose para su última reverencia. A veces es incómodo, triste y directamente extraño. En otras palabras, es interesante.

Con un comienzo propio del cine de terror, con una lluvia torrencial y un primer plano de un anciano que grita como si sufriera un dolor indescriptible, Much Ado About Dying no es una película que deje un buen sabor de boca. Tal vez se deba simplemente a que la vida de David no es fácil. El hombre sobrevive a base de latas de sopa, no ha salido de casa en años y esparce pasta de dientes por todos los enchufes (ha escuchado que a los ratones no les gusta la hierbabuena). Resulta desolador presenciar estas condiciones de vida, pero tampoco nos sorprende. Hay mucha gente viviendo así y, a diferencia de David, la mayoría ni siquiera pueden llamar a alguien para decirle que se están muriendo.

Queda claro rápidamente que David no tiene ninguna intención de hacerlo, al menos no de inmediato. Ha nacido para ser una estrella: en parte presumido ("no lo hacía solo para la cámara"), en parte desesperado y dominado por su cuerpo enfermo. "No fue muy emocionante, pero sí encantador", comenta sobre su primer encuentro sexual. Probablemente, durante toda su vida le pidieron que desapareciera, así que continuó haciéndolo, escondiéndose en su apartamento, escuchando música y fingiendo tocar el piano como si estuviera poseído.

Con todo, parece que parte de la melancolía de la película proviene directamente de Chambers, que también comparte algunas visiones sobre su propia vida. Él también parece perdido, escondido en algún lugar de la India, como los adolescentes de los 90. Tiene una relación conflictiva con su sexualidad, saliendo y volviendo a entrar en el armario. Tal vez presenciar el declive gradual de su tío despierte ciertos miedos en él. Tal vez ayudándole, pueda llegar a convencerse a sí mismo de que su futuro será muy diferente.

Con una historia tan personal, la explotación y la intimidad siempre corren el riesgo de ir de la mano, ya que Chambers muestra con frecuencia lo que otros probablemente ocultarían. Hay muchas conversaciones sobre envejecer, o morir, con dignidad. Es difícil hacer esto con la cámara encendida, mientras recorre tu piel. Sin embargo, aunque aparezca tan expuesto en la película, a David no parece importarle demasiado. Él es una cosa, y su cuerpo, que no deja de traicionarle, otra distinta. Quizá sea precisamente la presencia de Chambers lo que hace que todo resulte un poco más equilibrado. De esta forma, se trata de una historia sobre dos personas solitarias y dos luchas separadas. Y sobre el hecho de que cantar Hot Chocolate siempre consigue animar a todo el mundo.

Much Ado About Dying es una producción de la irlandesa Soilsiu Films y el propio Simon Chambers.

(Traducción del inglés)