email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

BERLINALE 2023 Encounters

Crítica: El eco

por 

- BERLINALE 2023: El documental de Tatiana Huezo nos lleva a un remoto pueblo mexicano en el que los niños de una familia numerosa lidian con el cambio climático y los conflictos entre ellos

Crítica: El eco

Tras su primer largometraje de ficción, Noche de fuego [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película
]
(que recibió la Mención Especial de la sección Un Certain Regard de Cannes) la directora mexicano-salvadoreña Tatiana Huezo firma El eco [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, otra película sobre chicas que crecen en circunstancias difíciles en un pueblo mexicano. Sin embargo, esta vez se trata de un documental observacional, las niñas son más jóvenes y la ambientación es demasiado remota como para despertar el interés de los cárteles de la droga. En su lugar, la cineasta nos sumerge en la vida de El Eco, donde una familia numerosa lucha contra el cambio climático mientras sus miembros se enfrentan a problemas interpersonales. La película acaba de estrenarse mundialmente en la sección Encounters de la Berlinale.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)
Hot docs EFP inside

Al principio, pensamos que la heroína de la cinta será la adolescente Montse, la segunda hija de la madre de esta familia, cuyo nombre nunca llegamos a saber, y del padre al que apenas vemos en la película, ya que está casi siempre fuera, trabajando en la construcción, lo que se revela como la principal fuente de las extrañas y omnipresentes tensiones dentro de la familia. La joven está al cuidado de la abuela, que fue, según ella, la primera mujer que llegó a este pueblo. Su relación desprende amor y ternura, pero cuando la abuela muere (hacia la mitad de la película), Montse se aleja lentamente del foco de Huezo, para regresar posteriormente en uno de los escasos momentos dramáticos de la película.

Mientras tanto, seguimos a algunos niños más pequeños y acompañamos principalmente a las niñas. Todos se ven obligados a crecer y madurar muy rápido, ya que hay ovejas, gansos y maíz que cuidar. También van a la escuela, lo que da pie a algunas observaciones íntimas, como la encantadora Paz Ma dando una "clase" para sus muñecas y peluches.

No hay marcas temporales en la película, pero es evidente que estamos asistiendo a varias estaciones. Cuando una lluvia torrencial golpea el pueblo, los jóvenes tienen que salvar a una oveja para evitar que se ahogue y caminar enterrados en barro hasta las rodillas. Posteriormente, una helada repentina destruye el maíz y les obliga a recoger leña para calentarse.

Con todo, lo más importante en la película no es lo que ocurre, sino lo que es. Huezo es una cineasta con talento y experiencia, capaz de extraer la esencia de las cosas más pequeñas. El marco geográfico es duro, pero también hermoso, y el cambio de las estaciones ofrece un excelente telón de fondo para la intensa dirección de fotografía de Ernesto Pardo. Sin embargo, esta resulta especialmente eficaz cuando su cámara accede al interior de la casa y capta pequeños momentos, centrándose en la piel o los ojos. El diseño de sonido de Lena Esquenazi, tan expansivo como detallado, tiene más presencia que la dispersa banda sonora de Leonardo Heiblum y Jacobo Lieberman, en la que las cuerdas chirrían sigilosamente, en lugar de cantar.

Debido a su ambientación, su desarrollo (decididamente) poco emocionante y la estética de la directora, esta parece una película de "cine lento", pero el montaje de Huezo y Lucrecia Gutiérrez es en realidad bastante rápido. A menudo asistimos simplemente a los resultados de las decisiones de los protagonistas a través de una narración elíptica, aunque los puntos clave del guion se desarrollan con mayor moderación y claridad. Mediante este enfoque, un pequeño acontecimiento se convierte en algo grande, y el espectador se encuentra inesperadamente conmovido.

Fiel a su título, El eco trata del fondo, de las sobras y de las cosas que nunca llegaron a decirse ni hacerse. Podría referirse literalmente a los ecos de la paternidad, o al proceso de crecer y madurar, pero hay mucho más que eso. En este remoto pueblo mexicano, los mitos siguen vivos, y no solo los animales tienen alma, sino también las plantas. Se trata de una película hermosa que logra ser al mismo tiempo contenida e inmersiva, poética y terrenal.

El eco es una coproducción entre la mexicana Radiola Films y la alemana The Match Factory, que también gestiona los derechos internacionales.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy