18/02/2023 - BERLINALE 2023: En el primero de sus dos documentales seleccionados en Berlín, Mehran Tamadon recrea las terroríficas experiencias de tres ex prisioneros políticos iraníes

El director iraní Mehran Tamadon, con residencia en París, está presente en la Berlinale de este año con una especie de díptico. En sus dos documentales habla con ex prisioneros políticos iraníes que ahora viven en Paris, tanto en Where God Is Not [+lee también:
tráiler
entrevista: Mehran Tamadon
ficha de la película], estreno mundial en la sección Forum, como en My Worst Enemy [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Mehran Tamadon
ficha de la película], proyectado en la sección Encounters. Estos vienen después de Iranien [+lee también:
tráiler
ficha de la película] (sección Forum de la Berlinale 2014) y de Bassidji (ganador del Ji.hlava en 2009), en el que trata de dialogar con partidarios del régimen, pues a Tamadon le interesa el cine de confrontación e intervención que inevitablemente da paso a resultados polémicos.

Para Where God Is Not, el director invita a tres ex detenidos para hablar sobre lo que vivieron en las tristemente conocidas prisiones de Evin y Ghezel Hesar. Taghi Rahmani es uno de ellos, conocido como “el periodista iraní más veces encarcelado” según Reporteros Sin Fronteras, y con el cual se abre la película con una entrevista por las calles de Paris junto con Tamadon hablando anímicamente y de buen humor. Apenas podemos predecir lo que vendrá, pero pronto llegan a un almacén que sustituye a celdas y salas de tortura, donde Rahmani demuestra ser el entrevistado más elocuente y filosófico de todos.

Mazyar Ebrahimi es otro de los protagonistas, el único que nos cuenta exactamente cómo acabó en prisión. Era el dueño de una empresa de alquiler de equipo de video y lo acusaron de ser un espía del bando contrario vinculado al régimen. Él, un hombre grande y fuerte, le explica a Tamadon que la cama de metal que está de apoyo era muy endeble y no soportaría los métodos de tortura tan horribles, por lo que le ayuda a reforzar la estructura con una soldadura en la parte de arriba. El testimonio de Ebrahimi es el más físico y detallado, ya que ata al director en una postura que consiste en estar tumbado boca abajo con las manos en la espalda encadenadas a sus piernas que están dobladas. También explica los horribles efectos que tiene esto en el cuerpo del prisionero cuando le azotan los pies con un cable eléctrico, pero este no es el único método que nos describe gráficamente.

El tercer personaje es Homa Kahlori, prisionera en los 80 y que posteriormente publicó el libro A Coffin for the Living, donde cuenta su experiencia. El “coffin”, o ataúd en español, se refiere a un método de tortura diseñado por un interrogador conocido por su crueldad, y junto con Tamadon recrean la habitación en la que se llevó a cabo. Al principio, recuerda la solidaridad y el apoyo que las mujeres se daban entre ellas, pero pronto esto pasa a ser la parte más devastadora de la película.

El montaje claustrofóbico junto con el trabajo de cámara intuitivo y atento de Patrick Tresch, nos sumerge en la dolorosa y convincente historia que narra las experiencias tan horribles que vivieron los protagonistas, pero solo ellos conocen ese dolor. El director y el público tan solo captan una pizca de ese dolor, pero tan intensa que nos hace ver que no podemos entender sus emociones ni el sufrimiento que en ese momento están reviviendo. Este es el eje ético principal de la película y puede ser una gran aportación al importante debate sobre la responsabilidad de un director de documentales que siempre está en marcha.

La técnica de narración que Tamadon ha querido utilizar se basa en que va dirigida a los torturadores, pues argumenta que si ven este documental se enfrentarían a sus delitos y reflexionarían sobre ellos. Es obvio que eso suena ingenuo e incluso más polémico cuando se junta con todo lo expuesto anteriormente que alimenta los pensamientos y echa más leña al fuego de la ira de los espectadores, pero no hay duda de que el director sabe lo que hace.

Where God Is Not es una producción de L'atelier documentaire, compañía con sede en Burdeos, y Andana Films está a cargo de sus derechos internacionales.

(Traducción del inglés por María Yagüe Gran)