Crítica: Orlando, mi biografía política
por Fabien Lemercier
- BERLINALE 2023: Paul B. Preciado filtra a Virginia Wolf a través de su afilado pensamiento militante con una juguetona obra híbrida repleta de metamorfosis y análisis de la identidad sexual

“Ser trans es descubrir el reverso del decorado y que ese decorado ha sido construido… Es un viaje, no un camino. Es una toma de posesión política y esa fuerza política está en la imaginación”. Había cierta curiosidad por descubrir los primeros pasos como cineasta del español Paul B. Preciado, uno de los pensadores más vanguardistas sobre el estudio de las políticas de género y del cuerpo (autor de Manifiesto contrasexual, Testo yonki, Pornotopía y Dysphoria Mundi). Lo menos que podemos decir es que esta espera no ha decepcionado por la impresionante, inventiva, inteligente y divertida Orlando, mi biografía política [+lee también:
tráiler
entrevista: Paul B. Preciado
ficha de la película], estrenada en la sección Encounters de la 73ª Berlinale. Y no nos sorprenderá que la película rinda un discreto homenaje a Jean-Luc Godard en su forma explosiva y muy subjetiva, que mezcla documental y ficción, rica en choques y superposiciones, enlaces simbólicos y calcomanías en negrita, todo ello mezclado con un humor saludable, en la línea del difunto maestro suizo. Pues cuando en la vida luchas contra el imperio normativo binario es obvio que la representación cinematográfica también debe ser distorsionada, como una insurrección de flores salvajes envuelta en un pensamiento libre pero muy estructurado.
¿De qué se trata exactamente? De adaptar la novela Orlando, de Virgina Woolf, publicada en 1928 y que retrata el destino durante cuatro siglos de un noble inglés que cambia de sexo. Una historia de la que se apodera Paul B. Preciado para contarla, imaginarla y trasladarla al mundo contemporáneo (en un abrir y cerrar de collares de aristócratas) a través de una multiplicación del personaje principal (“yo no quiero ser otro, sino otros”). Varios Orlandos modernos que se suceden y evocan mediante pequeños fragmentos su vida hacia la transición sexual. Percepción inicial de su naturaleza (“el corazón lleno de tormento, cargado de especias y de melancolía”) y dificultades sociales, visita obligatoria al psiquiatra (“Soy un cuerpo vivo encerrado en lo normativo --¿De dónde vienen esas ideas? –Leyendo poesía”) y búsqueda de testosterona (una secuencia hilarante, “no dejes Freud, Lacan, Dios, el Estado, las corporaciones…”), descenso a la oscuridad (“sobrevivir a la violencia para contar nuestra historia y contar nuestra historia para sobrevivir a la violencia”), transición sexual, el obstáculo de la transfobia de las instituciones y los documentos de identidad (“yo no soy ni señora, ni señor, soy Orlando): extrapolando con agilidad intelectual y creatividad cinematográfica la historia de Virginia Wolf, Paul B. Preciado disfruta al máximo y da en el blanco para ofrecer un vehículo artesanal, moderno y filosófico muy atractivo en su militarismo (“mi cambio formaba parte de una mutación planetaria”) con la última estrella invitada, Virginie Despentes, en el papel de jueza (“por los poderes que me confieren Virginia Wolf y la literatura, concedo ciudadanía y género no binario”). El mensaje (“yo pido respeto para mi persona y para todos los demás que se parecen a mí”) llega a través de un humor lúdico y comunicativo, y el mensajero demuestra holgadamente que es un cineasta y un artista de primer orden.
Orlando, mi biografía política ha sido producida por Les Films du Poisson y coproducida por 24images y Arte. The Party Film Sales gestiona las ventas internacionales.
(Traducción del francés)
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