Crítica: Sages-femmes
por Fabien Lemercier
- BERLINALE 2023: La cinta de ficción de Léa Fehner sigue a dos jóvenes comadronas debutantes en el caos de una profesión bajo presión en la que se difumina la frontera entre la alegría y el drama
![Crítica: Sages-femmes](imgCache/2023/02/19/1676824367086_0620x0413_0x0x0x0_1679270547267.jpg)
"Bienvenidos al hospital público francés, donde hay problemas por doquier, pero que afrontamos como un equipo". Sobre el papel, se trata de una profesión muy bonita porque consiste en ayudar a mujeres a dar a luz, pero también implica enormes responsabilidades y emociones compartidas que hay que canalizar en un entorno hospitalario equilibrado de una manera muy precaria a causa de la priorización financiera durante años de la gestión basada en el "justo a tiempo". "Si seguimos aceptándolo todo, vamos a acabar perdiendo un bebé". A través de abordar la ficción desde el ángulo de la difícil integración e iniciación de dos jóvenes recién llegadas a la profesión, la cineasta francesa Léa Fehner (con una gran acogida en sus dos anteriores obras, Mientras uno aguante los otros seguirán [+lee también:
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"Todo irá bien. Podemos hacerlo". En la entrada del hospital, dos amigas, Sofia (Khadija Kouyaté) y Louise (Héloïse Janjaud), se animan y tranquilizan mutuamente. Tras cinco años de estudios, ha llegado su gran día, el primero de su vida profesional como matronas. Su primer día se resume en una bienvenida a la velocidad de la luz, una visita relámpago a su departamento y reprimendas por parte del personal más veterano ("si no eres capaz de recordar lo que te digo, lo vas a pasar mal", "¿no sabes controlar tus emociones o qué? El mal humor te lo guardas para otro momento. Estamos en el nivel tres de las enfermedades más graves. Nos vas a poner las cosas difíciles"). De un parto a otro, paso a paso, de la adrenalina y la felicidad colectiva de los partos "fáciles" a los errores de juicio (Sofia no detecta una rotura uterina y el bebé sobrevive por los pelos: “Tenemos un corazón, esperemos que el cerebro haya sido demasiado dañado) que crean un círculo vicioso de estrés y dudas (“no podemos salvar a todos”) que perjudican el trabajo; del trato con las futuras abuelas intrusivas a la angustia de devolver a la calle a inmigrantes con sus recién nacidos, pasando por los informes digitales y las fiestas del departamento. El equipo de maternidad, escaso de personal, consigue mantener el barco a flote, pero, ¿durante cuánto tiempo podrán seguir achicando agua antes de hundirse?
Con la mirada puesta en la realidad, la intensidad y la serenidad que requiere esta profesión tan cercana a la vida (aunque también, al mismo tiempo, a la muerte), la directora (que ha escrito el guion junto con Catherine Paillé) moviliza su dinamismo y va al grano dentro de los límites impuestos por el género cinematográfico propio de las películas rodadas en hospitales (espacios reducidos, respeto casi documental por las actividades y el ambiente del mundo médico), al tiempo que dota a la película de cierto grado de humor con el que evita un exceso de emoción y dramatismo. Sin embargo, no todo es perfecto en esta mezcla tan empática que trata de captar una enorme complejidad individual y colectiva a través del extremo estrecho de un embudo. De todas formas, con la progresiva pérdida de inocencia de las dos jóvenes protagonistas de Fehner y su creciente profesionalidad, la directora transmite con éxito su mensaje, denunciando las condiciones de trabajo en unas maternidades francesas que están al límite.
Sages-femmes es una producción de Geko Films para Arte France, cuyas ventas se han confiado a Pyramide International.
(Traducción del francés)
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