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BERLINALE 2023 Encounters

Crítica: Viver mal

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- BERLINALE 2023: João Canijo presenta la versión "revertida" de su película proyectada a competición, aunque el juego de espejos no funcione muy bien

Crítica: Viver mal
Carolina Amaral y Leonor Vasconcelos en Viver mal

João Canijo ha hecho dos películas seleccionadas en la Berlinale con un único reparto (soberbio), alrededor de un mismo tema (importante): la maternidad tóxica. Mientras que Mal viver [+lee también:
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ficha de la película
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, ganadora del Oso de Plata - Premio del Jurado, es una obra compleja y llena de matices, Viver mal [+lee también:
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entrevista: João Canijo
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, su película gemela proyectada en la sección Encounters, es más joven y menos ambigua en su narración y opiniones, por mantener la metáfora familiar. Ambas películas están ambientadas en el mismo hotel del rural portugués y se centran en las personas que lo regentan o que se hospedan allí. Mal viver trataba de las dueñas, mientras que en Viver mal, los huéspedes (dos familias, para ser exactos) ocupan el centro de la historia.

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Las dos historias tienen una estructura idéntica y giran en torno a una madre autoritaria, su hija y su pareja. Elisa (Leonor Silveira) ha venido a pasar el fin de semana en el hotel con su hija Graça (Lia Carvalho) y su yerno Jaime (Nuno Lopes), con quien tiene una aventura en secreto. Elisa maltrata y humilla públicamente a Graça constantemente, como si su hija fuera alguien inferior, incapaz o simplemente idiota. No es de extrañar que su matrimonio con Jaime sea abusivo, ya que Graça es tratada como un objeto en lugar de como una persona. Observamos una dinámica materno filial similar entre Judite (Beatriz Batarda) y Alice (Carolina Amaral), a la que se une su novia Julia (Leonor Vasconcelos), la persona más madura y emocionalmente estable de todo el hotel, hasta cierto punto.

Canijo sigue a estos dos peculiares ménages à trois de forma reservada y curiosa. Al igual en su otra película, se limita a crear planos “lienzo” y deja algunas partes de cada escena fuera del encuadre, pero en esta ocasión por un motivo diferente. Los encuadres son como una jaula o una prisión para las protagonistas. Ninguna de las hijas puede escapar a la influencia de sus madres: una se hunde en una relación tóxica, mientras que la otra es incapaz de abrirse a una relación sana. La crueldad emocional y la tensión velada, aunque palpable, resultan hipnotizantes en Viver mal, pero la película nos ofrece menos en el plano intelectual, por lo que la experiencia no resulta tan memorable una vez han terminado los créditos finales. Este no es el caso de Mal viver, que hace un trabajo extraordinario a la hora de mostrar enredos emocionales complejos y una narrativa mucho menos maniquea. Esto no significa que Viver mal sea un fracaso, ni siquiera una mala película. Simplemente, a veces un plano invertido no aporta nada a mayores; se limita a ser un eco de lo que ya hemos visto.

Viver mal es una coproducción franco-portuguesa, producida por la lisboeta Midas Filmes y coproducida por la parisina Les Films de l’Après-Midi. Portugal Film – Portuguese Film Agency se encarga de los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés)

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