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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia / Bélgica

Crítica: Mi crimen

por 

- François Ozon se (y nos) divierte con una comedia tan ligera como cáustica que da un tono MeToo a una obra teatral de los años 30 y ofrece un feliz terreno de juego a sus intérpretes

Crítica: Mi crimen
Rebecca Marder y Nadia Tereszkiewicz en Mi crimen

"Lo siento, me estoy confundiendo con otro crimen, con el recuerdo de una vieja película”. Cuando el prolífico y talentoso François Ozon, que es capaz de pasar de un género a otro a una velocidad asombrosa (22 largometrajes desde 1998), decide hacer una comedia, como ocurre de vez en cuando (y siempre con gran éxito, como demostró con 8 mujeres [+lee también:
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en 2019), la ironía y el gusto cinéfilo siempre forman parte de la mezcla, envuelt en una atmósfera ligera que también deja espacio para la sabiduría sarcástica.

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Estrenada en los cines franceses el 8 de marzo de la mano de Gaumont, Mi crimen [+lee también:
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(una adaptación libre de una obra de teatro parisina de 1934, escrita por Georges Berr y Louis Verneuil) no es una excepción. En este caso, el cineasta da rienda suelta a su admiración por las comedias producidas durante la época dorada de Hollywood (principalmente las de Ernst Lubitsch), ofreciendo un desfile vertiginoso de actores que se embarcan en una serie de desventuras, mientras respetan la artificialidad de las tradiciones de la comedia teatral (todo puede ocurrir, nada tiene consecuencias reales). Sin embargo, el cineasta recubre la película con una gruesa capa de modernidad, colocando en el centro de la historia la búsqueda femenina de independencia y la lucha contra el patriarcado (“¿Acaso no es posible, en 1935, tener una carrera, vivir como una mujer sin ataduras, con total libertad y en igualdad?”).

También trata del arte (la protagonista es una joven actriz), del cine (desde el mudo hasta las películas sonoras), de las aspiraciones a la fama, de la pobreza y la riqueza, de una investigación policial, del funcionamiento del sistema judicial, de los efectos amplificadores de los medios de comunicación, de la industria de fabricación de neumáticos, de los hombres de negocios, de las economías de la verdad y del oportunismo reactivo, con la sinceridad como telón de fondo. En resumen, la película no carece de elementos que impulsen la narrativa, y avanza a toda velocidad, ganando continuamente en calidad y en entretenimiento hasta llegar al final (tras un periodo inicial de adaptación a la puesta en escena, el diseño de decorados y las interpretaciones, inherentes a su estilo pero muy diferentes a las películas de hoy en día).

En lo que se refiere a la historia, sin revelar todas sus ramificaciones, trata de dos jóvenes amigas sin dinero: una de ellas, Madeleine (Nadia Tereszkiewicz), es acusada de asesinar a un poderoso productor de espectáculos que intentó abusar de ella sexualmente a cambio de un pequeño papel. La otra, Pauline (Rebecca Marder), es abogada y sale en su defensa. Al verse acorraladas por la coincidencia y por el juez (Fabrice Luchini), estas jóvenes adoptan la estrategia de mentir (Madeleine es en realidad inocente), invocando la legítima autodefensa feminista ("señoras, es hora ser nuestras propias guardianas en una sociedad francesa plagada de hombres") y acaparando la atención mediática. Es la época del caso de Violette Nozière, y en los cines se proyecta Mauvaise Graine (la única película francesa de Billy Wilder). Cuando termina absuelta, Madeleine se hace famosa y le llueven las ofertas, al igual que a Pauline ("tu crimen está obrando milagros"). Sin embargo, Odette Chaumette (Isabelle Huppert), una retirada estrella del cine mudo, pronto reclama su espacio: "Yo soy la verdadera asesina. Me has robado mi crimen y ahora tienes que devolvérmelo"...

Ofreciendo una perfecta puesta en escena y papeles suculentos para todos sus actores, Mi crimen no se toma en serio a sí misma y está repleta de frases brillantes ("debo reconocer que esta muerte repentina es uno de los acontecimientos más felices de mi vida", "cuando te enfrentas a una mujer capaz de cometer un crimen para proteger su honestidad, no le propones tener una aventura, te casas con ella"), mientras aborda temas serios. Se trata de un equilibrio perfectamente afinado, que tiene como resultado una comedia que desprende "un aroma de rosas, el sabor de las cosas fugaces", que sin duda atraerá a un público amplio.

Mi crimen es una producción de Mandarin & Compagnie, coproducida por Foz, Gaumont, France 2 Cinéma, Scope Pictures y Playtime (que se encarga de las ventas internacionales).

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(Traducción del francés)

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